martes, 26 de octubre de 2010

La excelencia consiste en pasar del discurso a la acción

La mayoría de nosotros hemos leído o escuchado sobre la importancia de la excelencia tanto en las empresas como en los individuos, pero ¿Qué debe hacerse para que realmente funcione?

A través de años de experiencia en el área de capacitación me he dado cuenta porque el deseo de implantar la excelencia no les funciona, entre muchas cosas se pueden mencionar las siguientes fallas:

1. Quedarse solo con la teoría: Para todo cambio sin duda que se debe comenzar con la información, pero muchos programas de capacitación solo cumplen el rol de ser informativos y si es verdad que pueden ayudar en alguna medida solo funcionan en corto período y después la idea se muere. Para lograr hacer que las ideas se vuelvan prácticas es indispensable un plan estructurado para su cumplimiento.
2. La excelencia debe ser un estado de las personas: Para que las ideas de calidad funcionen estas debe estar totalmente integradas en el individuo, en base a muchos esfuerzos bien organizados las personas adquieren los hábitos necesarios para convertirse en hombres y mujeres de excelencia.
3. 3. Falta de persistencia: El ser constante en una idea es una de las tareas más difíciles principalmente cuando los resultados no se presentan y cuando hay que derribar una gran cantidad de barreras a fin de lograr lo que se desea.
4. 4. Mala planeación: A veces las personas tienen todo el deseo pero no existen planes claramente definidos que puedan apoyar las nuevas ideas, eso puede ocasionar desánimo y negativismo lo que ocasiona que su implantación sea más compleja.
5. 5. Mala comunicación: La buena comunicación es vital en toda actividad humana, para cumplir objetivos es importante definir los canales de comunicación adecuadamente y que todos los conozcan.
6. 6. Inadecuada evaluación y seguimiento: En la vida toda idea de cambio debe medirse no importa si la medición es cualitativa o cuantitativa, lo bueno es hacerlo continuamente y remediar las cosas que no han salido de acuerdo a lo planeado.
7. 7. Falta de compromiso y acomodamiento: Según Andrew Corentt en su libro El Secreto del Poder de las Metas la parte más difícil de vencer en nuestra mente es el acomodamiento, nuestra vida es una serie de hábitos y cambiarlos implica dolor y la mayoría de gente lo esquiva, si no nos comprometemos con nuestra empresa y nuestra propia vida, ¿Quién lo hará? Claramente nadie lo hará.

Podemos mencionar docenas de fallas en las organizaciones y en las personas que impiden el tener una cultura de excelencia, las cosas que más hay que resaltar es que los cambios requieren un fuerte compromiso y lograr lo que se desea puede llevar algún tiempo, pero una vez que los cambios se han convertido en parte integral de los individuos, es decir las ideas están grabada en la mente subconsciente de las personas, lo único que nos espera es el éxito rotundo y el precio del sacrificio vale la pena, visite:

miércoles, 20 de octubre de 2010

La importancia de saber escuchar

Se necesita coraje para pararse y hablar. Pero mucho más para sentarse y escuchar". Winston Churchill.

El saber escuchar involucra muchos aspectos que debemos saber manejar a fin de optimizar resultados positivos en nuestro comportamiento y en nuestras interrelaciones de tal manera que se manifieste un clima positivo, genere confianza, respeto, interés, atención.

Según Robertson, todos pensamos que escuchar es importante, pero, ¿cuántos de nosotros lo hacemos bien? . Me permito informar que sería raro encontrar uno entre cien altos ejecutivos que fuese, de verdad, un buen oyente. Mucha gente centra su atención en lo que va a decir después de que termine de hablar la otra persona. Ni siquiera intentan comprobar lo que creen haber oído, y mucho menos reconocer el tono o los matices emotivos. Se trata de errores fundamentales a la hora de emplear esta habilidad básica. Con independencia de los estudios que haya cursado o de su experiencia, usted debe aprender a escuchar.

Alexis Colina Jiménez, nos indica sobre este tema, que si Ud. no sabe escuchar, corre el riesgo de comunicar muy bien cosas que no le interesan a la gente, en los últimos años los especialistas han venido otorgando una atención especial a la habilidad de saber escuchar, dándole un tratamiento relativamente independiente dentro de los estudios sobre el proceso de comunicación. Resulta interesante que, en investigaciones realizadas sobre habilidades de directivos exitosos, junto con la de ser buen comunicador, aparece la de saber escuchar. En otras ocasiones, cuando se señala la comunicación verbal entre las principales habilidades que debe tener un directivo, se adiciona la de saber escuchar.

Realmente, pasamos más tiempo escuchando que hablando. Según investigaciones, del tiempo total que dedicamos a la comunicación, el 22% se emplea en leer y escribir, el 23% en hablar, y el 55% en escuchar. Esto no quiere decir, en manera alguna, que estemos más dispuestos a escuchar que hablar, sino que estamos más expuestos a estar recibiendo información que a transmitirla.

Sobre esto, un estudioso y consultor de estos temas plantea lo siguiente:
“Todos pensamos que escuchar es importante, pero, ¿cuántos de nosotros lo hacemos bien?. Me permito informar que sería raro encontrar uno entre cien altos ejecutivos que fuese, de verdad, un buen oyente. Mucha gente centra su atención en lo que va a decir después de que termine de hablar la otra persona. Ni siquiera intentan comprobar lo que creen haber oído, y mucho menos reconocer el tono o los matices emotivos. Se trata de errores fundamentales a la hora de emplear esta habilidad básica. Con independencia de los estudios que haya cursado o de su experiencia, usted debe aprender a escuchar...”.

Colina en su análisis, nos aporta, que son muy diversos los beneficios que los especialistas han identificado de saber escuchar. Según Robertson:
“... las personas que muestran mayor interés, son los más interesantes, los mejores interlocutores y quienes obtienen mas éxito en la vida. La gente que no sabe escuchar suele poseer un ámbito de intereses muy limitado y, con frecuencia, reduce las posibilidades de su desarrollo profesional y su capacidad de satisfacción personal. Si se interesa en los temas que interesan a aquellos con los que dialoga, extraerá al menos tres ventajas...“.

La primera ventaja que identifica Robertson cuando se sabe escuchar es que eleva la autoestima de la persona que habla. Lo que la gente dice es importante para ella, aunque no lo sea para Ud. Al escucharla con atención, le está expresando que es importante para Ud., que tiene determinado valor lo que esta diciendo. Con esto, al mismo tiempo que genera un clima positivo para la comunicación y las relaciones interpersonales, está contribuyendo a que la otra persona lo trate con idéntico respeto y consideración.

La segunda ventaja es que Ud. podrá ampliar su vocabulario indirectamente. Varios estudios han demostrado que los individuos que tienen más éxito, independientemente de su ocupación, son los que cuentan con un vocabulario más amplio. Los adultos con una educación media poseen un vocabulario de aproximadamente 2 000 palabras y utilizan sólo 400 en el 80% de sus conversaciones.

Las personas de éxito emplean unas cien palabras más en su vocabulario de trabajo.
Una razón por la que estas personas alcanzan mayor éxito es que disponen de más opciones para solucionar problemas. El hombre piensa en forma de categorías que se definen mediante las palabras. Cuanto más amplio es el vocabulario, mayor es la capacidad de que disponen las categorías del pensamiento para proporcionar mecanismos con los cuales identificar y resolver los problemas. Los medios más efectivos para ampliar el vocabulario y, por tanto, para tener una mayor variedad de opciones, son la lectura y la atención del que habla.

La tercera ventaja es que, quienes saben escuchar con atención, aprenden de forma indirecta. Todos somos expertos o conocedores en algún área en la que los demás pueden no ser tan conocedores). Quien sabe escuchar atentamente descubre y se beneficia no sólo del estilo de los demás, sino también del contenido de sus mensajes.

Agrega Colina, que El “arte de escuchar” también está en el centro de la teoría de la “Inteligencia Emocional”, que ha revolucionado el concepto de inteligencia que ha prevalecido durante años. En la parte dedicada a “Ser hábil con la gente”, D. Goleman incluye, entre las principales habilidades que caracterizan la inteligencia emocional, la de Comprender a los demás, expresando como sub-título Percibir los sentimientos y perspectivas ajenas, e interesarse activamente por sus preocupaciones.

Cuando se refiere a “El Arte de Escuchar”, Goleman expresa:
“Cuando estás desesperado por hacer una venta no escuchas con la misma atención.. Para escuchar en el lugar de trabajo es esencial escuchar bien... Quienes no pueden o no saben escuchar dan la impresión de ser indiferentes o insensibles, lo cual a su vez, torna al otro menos comunicativo. Escuchar es un arte. El primer paso consiste en dar la sensación de que uno está dispuesto a escuchar; esta aptitud se corporiza en los gerentes que observan una política de “puertas abiertas”, que se muestran abordables y que se esmeran en escuchar lo que su gente tiene que decir. Y, a los oídos de quienes se muestran abordables, llega más material.. ”.

También no invita Colina a considerar las “10 Reglas de la Buena Escucha de Keith Davis”, que son las siguientes:

1- Deje de hablar.
Ud. no puede escuchar si está hablando.

2- Hacer que el que habla se sienta cómodo.
Ayúdelo a sentirse que es libre de hablar.

3- Demuéstrele que desea escucharlo.
Parezca y actúe como si estuviera sinceramente interesado. No lea la correspondencia mientras le hablan.

4- Elimine y evite las distracciones.
No se distraiga jugando con pedazos de papel, escribiendo, etc.

5- Trate de ser empático con el otro.
Trate de ponerse en su lugar, de manera que Ud. pueda comprender su punto de vista.

6- Sea paciente.
Dedíquele el tiempo necesario, no interrumpa.

7- Mantenga la calma y su humor.
Una persona colérica toma el peor sentido de las palabras.

8- Evite discusiones y críticas, sea prudente con sus argumentos.
Esto pone al otro “a la defensiva”, tiende a predisponerlo.

9- Haga preguntas.
Esto estimula al otro y muestra que Ud. está escuchando, además de ayudar a desarrollar otros temas. (Esta es otra de las características de los negociadores exitosos, preguntar mucho).

10- Pare de hablar.
Esto es lo primero y lo último. Todas las otras reglas dependen de esto. Ud. no puede ser un buen escucha mientras esté hablando.

jueves, 14 de octubre de 2010

Cómo reconocer a las personas tóxicas

or Loreley Gaffoglio
De la Redacción de LA NACION

El que destila un odio visceral y se regodea con la humillación del otro, el que avasalla al semejante, el que busca manipular con mentiras, el que agrede innecesariamente y desvaloriza al otro para sentirse bien él, el que daña con intención sin jamás proponer una reparación, el que incomoda con sus imposturas, el envidioso de todo lo ajeno y el que urde los problemas para acercar luego sus soluciones.

La nómina de personas dañinas la completan el autodestructivo, el narcisista patológico, el perverso, el violento impenitente y el estafador. Se sabe que de seres nocivos está lleno el mundo, ya lo poetizó Antonio Machado con su "mala gente que camina y va apestando la tierra", pero ¿existe realmente la gente "tóxica"? ¿O el término, por descalificador y estigmatizante, se lo reserva sólo a Adolph Hitler o a Ben Laden?

Las neurociencias dicen que sí, que la gente "tóxica" –encarnada por aquellos seres rapaces que inexorablemente perturban el bienestar ajeno y vampirizan al semejante– existe. Y endilgan a fallas químicas la irrigación de esa toxicidad. Sus conductas se traducen en patologías, y la coexistencia con ellos resulta imposible.

En el psicoanálisis y la psicología, la literatura está dividida. No obstante, ambas se inclinan por los vínculos y comportamientos "tóxicos" más que por las personas, ya que lo que es "tóxico" para unos puede ser perfectamente aceptado por otros. En todo caso, se trata de una percepción subjetiva, dicen.

Si bien no existe una cofradía donde se imponga la toxicidad, al hurgar en los perfiles nocivos, sin duda que algunos políticos –aquellos que sólo buscan ser escuchados y prometen lo que saben que jamás van a cumplir– podrían encajar en ese estereotipo. Y, dentro de las relaciones de poder, tampoco los jefes desconcertantes, impredecibles o arbitrarios –los seudoemperadores de la verdad, incapaces de encomiar méritos o esfuerzos– se escapan indemnes a la toxicidad.

Tipos de "encuentro"

"Quien mejor se ha dedicado a este tema en la historia de la filosofía es Baruch Spinoza", apunta el filósofo Tomás Abraham. "El habla de encuentros que potencian nuestras energías y nos dan alegría y los que las disminuyen y producen tristeza. Cuando dos cuerpos se convienen entre sí, multiplican su potencia. Y cuando no lo hacen se produce un mal encuentro, semejante a una especie de envenenamiento", explica.

Pero Abraham pone un freno, al aclarar que "pensar las relaciones humanas en términos de toxicidad deriva de las teorías degenerativas de la psiquiatría racista del siglo XIX".

Investigadora de la vida cotidiana a través de la enjundia filosófica, Roxana Kreimer es asertiva respecto de esa categoría, popularizada por la norteamericana Lilian Glass, en su best seller Toxic people (Gente tóxica). Allí advierte que nadie es "ciento por ciento sano, ni física ni psicológicamente; por eso, es importante atender los patrones caracterológicos y sus efectos", observa Glass. Su libro cuenta hace meses con una versión local, escrita por Bernardo Stamateas.

"Los comportamientos destructivos son tolerados si aparecen de manera esporádica. Pero cuando se repiten con frecuencia contaminan las relaciones interpersonales", completa Kreimer.

"Confucio decía que si uno se topa con gente buena, debe tratar de imitarla, y si uno se topa con gente mala, debe examinarse a sí mismo", añade. Y caracteriza a la gente "tóxica" "por su falta absoluta de empatía con el otro". En ese grupo, incluye a los manipuladores, que se valen de la asimetría de la información para torcer destinos, y a líderes como George Bush, que buscan la adhesión a sus "decisiones impopulares presentándolas como necesarias".

¿Qué sucede con los pesimistas consuetudinarios? Según Abraham, pueden ser "más lúcidos, inteligentes y valientes que toda esa pavada de la buena onda". Para Kreimer, la negatividad en demasía termina siendo contagiosa.

Diana Cohen Agrest habla de "los vínculos destructivos de los que hay que huir". Pero advierte sobre la estigmatización y la capacidad de cambio de las personas. "Los seres humanos –dice– no somos de una vez y para siempre. Estamos en constante proceso de construcción. El nombre definitivo es el del epitafio, pues sólo allí adquirimos una identidad definitiva. Mientras vivimos, se puede dejar de ser «tóxico», como también se pueden adquirir otras características. Sólo una visión demasiado pesimista del ser humano lo condena a ser de una vez y para siempre."

El filósofo Santiago Kovadloff confiesa cruzarse a menudo con este tipo de personas y rogar que en ese instante alguien en el teléfono lo libere de la situación. "Pongo el acento en los vínculos más que en las personas, porque el significado de alguien depende primordialmente de quien entable una relación con él", ejemplifica. Y se pregunta si la gente realmente se cuestiona qué es lo que uno produce en el otro. "Yo también puedo irritar y ser muy aburrido en mi vida pública", confiesa.

Sin embargo, ubica como rasgo dominante de la toxicidad "a las personas monologadoras y autorreferenciales y a aquellos que nos aplastan". El corolario es el tedio, el desinterés y la urgencia de alejamiento, dice. Y arremete contra los simuladores y contra aquellos vínculos cimentados a partir de una necesidad tramposa: "La de no relacionarse realmente".
Claves para evitarlos

* Las personas "tóxicas" influyen en la salud tanto física como psíquica del otro. Por eso es clave identificar los síntomas que una compañía nociva produce.

* A esas personas se las controla quitándoles su poder, escapando de ellas o no permitiéndoles acceso a nuestra intimidad.

* Si se debe convivir con ellas, en la familia o en el trabajo, hay que abstraerse mentalmente de su presencia y acciones.

* Cuando surge un comentario o comportamiento "tóxico", simular que uno le presta atención cuando, en realidad, se esfuerza por desoírlo.

* Al "tóxico" se lo neutraliza con amabilidad. Su afán por lastimar con comentarios o actos desagradables resulta estéril si él percibe que carece de efecto.

* Focalizarse en las cosas positivas que uno tiene en la vida cuando se está cerca de una persona "tóxica". Es un ardid efectivo para superar los malos momentos.

* Si no es posible evitarlos, adquiera un identificador de llamadas y reduzca al mínimo el contacto personal con ellos.

* La actitud positiva es siempre una elección. Prepárese mentalmente para estar bien y contrarrestar así las actitudes "tóxicas".

* Si una persona "tóxica" forma parte de su equipo de trabajo, establezca de antemano y claramente las reglas de convivencia. Si se trata de su jefe, hágale saber que usted y su equipo pierden eficiencia frente a comportamientos negativos. Y póngale ejemplos.

* Si el "tóxico" no es alertado sobre su toxicidad, la extenderá en el ambiente. No deje pasar por alto esas actitudes y convérselo inmediatamente con él.

* Ejercite su propia autocrítica y revise con asiduidad qué tipo de actitudes y comportamientos tiene usted para con los demás. Usted también puede ser "tóxico" para otros. La regla es simple: no les haga a los demás lo que no desea que le hagan a usted.

Que los hay los hay

" A los «tóxicos» los olés al primer contacto; son lastres que te hunden y restan siempre. Por eso, tratás de alejarte. Pero la vida te los impone demasiado a menudo"
Martín Bär, empresario

" Hay gente que nos intoxica con su mala actitud y absorbe nuestra energía. Ellos movilizan aspectos que nos resultan intolerables. Nos dañan y nos quitan libertad "
Alicia Belous, psicóloga

"Te cuentan siempre de sí mismos y no les interesa preguntarte nada. Intentan pasarte por arriba; nada ni nadie les viene bien. Son un bajón"
Clara Paillot, pintora decorativa

" El «tóxico» nunca sabe que lo es, pero todos los demás, sí. Nunca está vibrando como su entorno. Además, interrumpe las vibraciones "
Nicolás Posse, músico

"Son gente que conspira para que las cosas no fluyan amigablemente. Piensan: «¿Por qué ser feliz, si se puede no serlo?». Su problema es la actitud"

10 Fallas en la entrevista laboral

Es normal que las personas sientan nervios y cometan errores durante un proceso de selección. Conozca cuáles son los más comunes.

Tal vez el principal reto que deben atravesar las personas en el camino a ser vinculadas contractualmente en una compañía es el cara a cara con el entrevistador.

Este proceso, que resulta clave en la elección de un candidato para ocupar una vacante, hace necesario que la persona entrevistada deje de lado algunas actitudes que pueden afectar su desempeño y a la postre quedar eliminado de la carrera hacia el puesto deseado.

Marcela Gómez, gerente de e-hunters, empresa de consultoría especializada en la búsqueda y selección de ejecutivos para cargos profesionales y de gerencia, nos explica 10 aspectos que se deben tener en cuenta durante esta etapa de selección:

Antes de la entrevista
1. Indague previamente la empresa: Ingrese a la página Web, conozca los productos que comercializa y los servicios que presta. La mayoría de personas no investiga la organización a la que se va a presentar.

2. Tenga en cuenta el perfil de la vacante: Al aplicar a una gran cantidad de ofertas de trabajo se olvida a cuál fue que se aplicó y se termina diciendo 'no sé', un error que tienen en cuenta los entrevistadores.

3. Tenga presente la hoja de vida: Si las respuestas no concuerdan con lo que dice el currículo será una falta imperdonable.

4. Prepare la entrevista y las posibles preguntas: Hable acerca de sus fortalezas, debilidades, metas y aspiración salarial.

5. Investigue el lugar de entrevista: Esto le puede causar un retraso y llegar tarde, lo que hablará mal de usted.

Durante la entrevista

6. Tenga definido el perfil: Lo más importante no es saberse un discurso de memoria, sino poder decir quién es usted, lo que espera del cargo y cómo aportará a su desarrollo profesional.

7. Mire al entrevistador: Se debe tener en cuenta la importancia de la comunicación no verbal, la cual refuerza la imagen de cada persona.

8. Exprésese de forma clara: Evite cometer errores de dicción, responder con divagaciones y ambigüedades.

9. No hable mal del antiguo empleo: Podrían pensar que traslada demasiadas emociones a su puesto de trabajo y que es una persona con poco control de sí misma.

10. Agradezca al entrevistador: Por haberle dado la oportunidad de participar en el proceso de selección.

¿Cómo integrarse a un nuevo trabajo?

FUENTE: http://noticias.elempleo.com/colombia/consejos_profesionales/como-integrarse-a-un-nuevo-trabajo/7716694

Una de las dificultades más frecuentes que se dan en los escenarios laborales es la adaptación de un nuevo integrante a la compañía.

Esta situación se convierte para la mayoría de personas en un tema difícil de superar durante las primeras semanas, ya que la integración con los compañeros y la asimilación de las nuevas funciones, son circunstancias que en los primeros días representan una gran dificultad para todos los que hemos pasado por este proceso.

Aunque cada vez es más común que en las organizaciones se elaboren programas de bienvenida y aprendizaje para los nuevos colaboradores, es normal que después de esta etapa se continúe con una sensación de desorientación e incertidumbre.

Según Diego Cardozo, gerente de Psigma, empresa líder en sistemas de evaluación psicológica y organizacional, la empatía juega un papel muy importante en estos casos, ya que cuando alguien ingresa a una compañía, debe tener una actitud de apertura a la experiencia y flexible al cambio, con el fin de no sólo integrar los nuevos conocimientos, sino la adaptación al clima y la cultura organizacional.

Este experto agrega que existen dos restos fundamentales: el primero de ellos tiene que ver con el desempeño y la curva de aprendizaje concerniente a la organización y al cargo; el segundo tiene que ver con la integración social.

Actitudes relacionadas con lo laboral
- Indagar lo más que se pueda por la compañía, de esta manera se le hará más fácil de entender todos aquellos procesos internos de la organización.

- Consultar sobre el puesto que llega a ocupar, saber desde hace cuánto tiempo existe, cómo funciona y los objetivos de este le ayudará a saber qué hacer y qué no.

- Informarse sobre su predecesor, saber que valoraban y qué no de él, puede ayudarle a saber cómo ser más eficientes.

- Determinar cómo valoran sus jefes la calidad del trabajo que desempeña, ya que los criterios varían de una compañía a otra.

A parte de estas actitudes relacionadas con la función que llega a ejercer, existen unas de tipo social, ya que no es suficiente tener un buen perfil profesional para adaptarse adecuadamente al clima organizacional.

Actitudes con los compañeros
- La cordialidad es una cualidad que sus nuevos compañeros sabrán apreciar. No hay que caer en la 'lambonería' o en la 'adulación', ya que esto también es fácil de percibir y podrá tener el efecto contrario.

- La mesura es algo que deberá tener muy en cuenta, ya que será mal visto que usted tenga una apertura total de su vida personal, no hay que olvidar que no lo conocen y podrá ser blanco fácil de las críticas.

- La prudencia es una característica que deberá cultivar, ya que no será bien visto que hablé mal de su antigua empresa o de sus antiguos compañeros.

- La tolerancia es vital durante esta etapa, ya que sus nuevos compañeros pueden tener actitudes o formas de comportarse que no van a ser de su agrado, por lo que es importante saber asimilar esta situación.

- La paciencia es la principal clave en este proceso, ya que estas primeras semanas podrán ser las más difíciles. Según estudios de Recursos Humanos, una persona se siente totalmente cómoda y segura después de seis meses.

Recuerde que cada espacio de trabajo es diferente y no puede pretender vivir la misma experiencia que tuvo en empleos anteriores, por lo que la adaptación que tenga dependerá solamente de usted.

Andrés Quintero Palomino
contenido@elempleo.com

10 actitudes que molestan a su jefe

http://noticias.elempleo.com/colombia/consejos_profesionales/10-actitudes-que-molestan-a-su-jefe-/7668949

Existen comportamientos que afectan notoriamente el clima organizacional, acciones que inciden directamente en la relación que a diario mantenemos con nuestros compañeros de oficina y que pueden tener consecuencias en los procesos al interior de la organización.

Escuchar música a todo volumen, usar incorrectamente las redes sociales o hablar excesivamente por teléfono, son una muestra de aquellas actitudes molestas que para algunas personas se convierten en detonantes de una posible discusión en el trabajo.

A la par de estos comportamientos, se encuentran algunos que importunan a su jefe y que pueden llegar a desembocar en la finalización de su vínculo laboral.

Y es que una de las expectativas más grandes en los departamentos de recursos humanos y por parte de empresarios al contratar a una persona, es que estos puedan contribuir en la consecución de las metas planteadas, situación que en algunos casos no se cumple.

El portal estrategialaboral.com, página con información especializada en contenidos laborales y empresariales, realizó una encuesta entre 1.200 directivos de diferentes compañías del país para saber cuáles son las actitudes que más le molestan de sus empleados.

Las diez más incomodas

1. Mentiras
2. Falta de compromiso
3. Que sea conflictivo
4. Irresponsabilidad / Incumplimiento de tareas
5. Falta de iniciativa
6. Irrespeto / Altanería
7. Pérdida de tiempo
8. Impuntualidad
9. Desorden
10. Lentitud

Según el Consultor empresarial y profesor universitario José Manuel Vecino, esta incomodidad se da porque cada una de estas actuaciones interfiere no sólo con el desempeño de las personas y del equipo, sino también porque afectan el clima laboral y hace que algunos colaboradores se conviertan en factores de distracción y distorsión frente a la gestión que se realiza.

"Es importante identificar las razones por las cuales se presentan, ya sea que se encuentren al interior de la empresa o motivadas por situaciones personales. Una vez identificada la causa hay que establecer una solución que no se base en normas o sanciones y se fije más en el contexto de la situación", agrega el experto.

Por su parte Diego Cardozo, gerente de Psigma, empresa líder en sistemas de evaluación psicológica y organizacional, afirma que la claridad en las metas de trabajo, responsabilidades y en la promoción de una cultura de prácticas en equipo pueden ayudar a manejar estas situaciones como es debido.

"Pero las actitudes que asuma el empleado para contrarrestar esta situación también pueden contribuir, es importante que el colaborador establezca un plan de trabajo con su jefe inmediato, el cual implique un proceso de mejoramiento que lo lleve a disminuir, reducir o eliminar aquellos comportamientos que no apoyan las expectativas organizacionales que se tienen sobre él", agrega el consultor empresarial José Vecino.

Finalmente ambos especialistas están de acuerdo en afirmar que las características negativas que se relacionan con la lealtad y la honestidad, son las más complejas de transformar o cambiar en una persona y que alguien con estas características es posible que dure muy poco en una compañía.

Las menos incomodas

1. Experiencia profesional
2. Creencias religiosas
3. Orientación sexual
4. Aspecto físico
5. Timidez

Andrés Quintero Palomino
contenido@elempleo.com

10 principios para optimizar tu vida

http://www.degerencia.com/articulo/10_principios_para_optimizar_tu_vida

Los principios son leyes naturales atemporales que gobiernan el desarrollo de la vida, la afectividad personal y las relaciones interpersonales. No representan simplemente los valores de una sociedad o persona. Los valores de una sociedad pueden desviarse en un momento determinados de los principios, pero los principios nunca dejan de ser ni pierden vigencia. No son una moda, pues se aplican en todo lugar y época. Los principios son guías fundamentales y universales. Hay una diferencia entre vivir por prácticas y vivir por principios. Las prácticas pueden tener validez en un momento determinado, pero pueden perder vigencia en tanto la sociedad avanza. Los principios no cambian; son parte de la condición humana y su mejor legado.

Aprender a vivir por principios implica un proceso de aprendizaje que dura toda la vida. Los principios no representan recetas rápidas y fáciles. No son soluciones instantáneas ni cosméticas a problemas fundamentales. Vivir por principios puede demandar un cambio de paradigma y vida importante, una forma de ver la vida y las relaciones muy diferentes a nuestra perspectiva y criterios actuales, pero a su vez son una fuente de crecimiento y éxito duradero y auténtico.

OPTIMIZARE: Los principios fundamentales para una vida de éxito auténtico.

Los principios que a continuación abordaremos forman parte del sistema de liderazgo personal OPTMIZARE, formulados por el Dr. Ron Jenson en su libro Cómo Alcanzar el Éxito Auténtico. La selección de este grupo de principios agrupados en el acróstico OPTIMIZARE representa, más que una propuesta de principios dignos y apreciables, un sistema de liderazgo para la efectividad personal y organizacional.

OPTIMIZARE es un sistema de liderazgo personal dirigido a potenciar el desarrollo de las habilidades y talentos de las personas, mejorar el desempeño y la productividad laboral y profesional. Su filosofía está orientada a enseñar a expandir la capacidad personal para crear los resultados que se desean. OPTIMIZARE busca producir maestría personal en las personas, de tal manera que se conviertan en agentes de cambio y transformación.

Principios para optimizar su vida.

Los principios OPTIMIZARE están clasificados en tres categorías: Actitudes, Convicciones y Compromisos. El mismo Dr. Ron Jenson lo plasma de la siguiente forma:

“Actitudes. Convicciones. Compromisos. El poder de estas tres categorías surge cuando se alinean y armonizan unas con otras. Algunas personas tienen buenas actitudes, pero les falta el compromiso y la dedicación para perseverar. Otros tienen convicciones sólidas pero sus actitudes negativas sabotean su éxito auténtico. Hay otros que volitivamente son fuertes y pueden proponerse lograr las cosas, pero fracasan repetidamente debido a que su sistema de convicciones o actitudes están inhibidos”.

Principios asociados a las actitudes:

1. Optaré por iniciar la acción.

¿Me responsabilizo por mi propia vida y soy una persona que marca la diferencia?

Hay personas que esperan que las cosas sucedan y hay personas que hacen que las cosas sucedan. Muchos asumen su papel en la vida como simples espectadores, o en el mejor de los casos como extras, pero otros deciden ser actores principales – protagonistas. Hay personas que dejan sus resultados al azar, al juego de las circunstancias, a la inercia de los acontecimientos o a las decisiones de otras personas, pero las personas que optimizan sus vidas asumen la responsabilidad de que las cosas sucedan. Estas personas se fabrican sus propias oportunidades y no desperdician las oportunidades que se les presentan, son más decididos en la búsqueda de las oportunidades.

Muchas personas viven sus vidas como víctimas. Le echan la culpa por su condición actual, a sus padres, al estado, a los astros, o al destino. Pero en tanto vivamos nuestras vidas como víctimas, no nos haremos responsables por nuestras acciones, ni tomaremos responsabilidad por nuestro futuro.

No podemos controlar lo que nos sucedió en el pasado: El abuso de que fuimos objeto, la carencia de recursos económicos que experimentamos en la infancia, la falta de amor paternal, etcétera. Pero si podemos elegir hacernos responsables de nuestras actitudes, creencias y conductas. Podemos elegir entre ser esclavos del pasado o ser libres para crecer y avanzar en la vida. Al respecto comenta el psicólogo Albert Ellis: “Los mejores años de su vida son aquellos en los cuales usted decide que sus problemas son solamente suyos. Entonces no culpará a su madre, a la ecología o al presidente. Se dará cuenta que usted controla su propio destino.”

La acción es la mejor cura contra la indecisión. Gordon Graham dice: “La decisión es un cuchillo filoso que corta con suavidad y precisión; la indecisión es un cuchillo sin filo que corta y desgarra dejando los bordes irregulares”. Optimizar la vida exige acción, determinación e iniciativa. La acción es el mejor remedio contra las enfermedades de las personas pasivas: La indolencia, la excusitis, la incertidumbre y el temor. Es también un eficaz catalizador para el entusiasmo, la fe y la activación de los sueños.

Necesitamos mejorar nuestra capacidad de decisión, y asumir una actitud proactiva, no reactiva. Hay personas que difieren tanto sus asuntos pendientes, tal vez esperando que el tiempo o el azar se los solucione, que nunca avanzan ni logran sus objetivos más básicos.

2. Procuraré alcanzar el significado personal.

¿Entiendo mis fortalezas así como mis áreas débiles? ¿Tengo un enunciado de misión personal?

Somos únicos como persona. Tenemos una combinación de talentos, habilidades, oportunidades, experiencia y personalidad única y singular. En este sentido el doctor Victor Frankl expresa: “Toda persona tiene su propia misión o vocación específica en la vida… en ella no puede ser reemplazada [la persona], ni su vida repetirse. De modo que la tarea de cada una es tan única como su oportunidad específica para llevarla a cabo”.

Estamos en esta vida con un propósito. La búsqueda del significado es el empeño más importante de la vida. Como dijo Albert Camus: “El sentido de la vida es la pregunta más apremiante”. La creencia de que la vida no tiene un significado está relacionada con la dificultad que experimentan los seres humanos de hallar ese significado, de conseguir esa correspondencia entre la necesidad de sentido que reside en nosotros con algo en el mundo exterior que legitime ese sentido, que haga figura dentro de nosotros. Pero mientras mayor sea la conciencia, el conocimiento, el contacto y la experiencia personal con el propósito de vida identificado, más profunda será la motivación, la expectativa, el apetito, el apremio y la determinación para avanzar en pos de la consecución del significado de vida que hemos asumido. El propósito le imprime a la vida un acicate y un “sentido de urgencia” de vivir según ese significado. Un propósito de vida nos mueve también a establecer prioridades y a vivir con un enfoque intencional, con la certeza de estar viviendo la vida que queremos vivir, y con la convicción de no desperdiciar la vida.

Tener un sentido de vida llena a ésta [la vida] de entusiasmo y de pasión, lo cual se traduce en emoción con sentido de dirección. Un significado de vida proporciona una sensación de bienestar y plenitud y afecta profundamente la manera en que vivimos, a la vez que sirve de punto de apoyo para el desarrollo de nuestra potencialidad como seres humanos.

Este significado cobra vida en la medida que toma conciencia de quien es usted: necesidades, talentos, habilidades, destrezas, sueños, y las necesidades del entorno que le rodea. Este cruce activa su sentido de destino.

3. Trataré de eliminar lo negativo de mi vida.

¿Adopto los problemas como oportunidades positivas para crecer?

Las actitudes son más importantes que los hechos, decía el Dr. Karl Menniger. También, William James acota que, “El gran descubrimiento de mi generación es que los seres humanos pueden alterar sus vidas al modificar las actitudes de su mente”.

La actitud con que asume la vida cada día es la decisión más importante que puede tomar cada mañana al levantarse. Su actitud influencia sus acciones y éstas sus resultados. No son las circunstancias que atravesamos ni los acontecimientos que nos ocurren los que determinan los resultados, es la actitud con que reaccionamos lo que marca la diferencia.

La actitud es una elección mental, es una postura ante la vida. Una vez que elige una determinada postura, se crea en usted una disposición a ver la vida de acuerdo a esa postura. Podemos tomar la decisión de focalizarnos en el lado positivo o en el lado negativo de la vida. Hay personas que sólo pueden ver problemas en lo que hacen, otras por el contrario ven en cada coyuntura, inclusive adversa, una oportunidad. Hay personas que sólo pueden pensar en lo negativo, sus mentes se han habituado a filtrar sólo lo malo, por lo que viven llenas de pesimismo; mientras que otras, deciden enfatizar el lado esperanzador de la vida y ver las oportunidades.

Ahora, la actitud positiva no se trata de simples frases, tipo cliché, a veces ingenuas, que usted se repite para convencerse de algo o para negar o distraer la realidad que está viviendo. Por más que usted se repita frases “alentadoras”: soy el mejor, todo lo puedo, etcétera; la situación no va a cambiar como por arte de magia. De hecho, la actitud positiva no va hacer desaparecer los obstáculos reales de su vida, pero si va a colocar su mente en el mejor estado mental para enfrentarlos.

La actitud positiva ayuda a su mente a pensar libremente, haciendo que las ideas y soluciones surjan a la superficie. Stephen R. Covey comenta que, “La actitud adecuada permite que nuestra respuesta esté al nivel del desafío que nos toca enfrentar”.

Principios asociados a las convicciones:

4. Internalizaré los principios correctos.

¿Cómo hacer lo correcto? ¿Tiendo a centrar mi vida en principios sólidos?

“Uno nunca sabe que una línea está torcida, a menos que tenga una línea para compararle”. Sócrates.

Los principios constituyen guías infalibles. Los principios son tan obvios que pensar vivir la vida sin ellos haría la vida absurda. Piense como sería la vida si no existiera la verdad, la justicia, el amor y la laboriosidad.

La clave está en identificar y adoptar principios de efectividad en su vida y negocio. Esto garantiza estabilidad, significado y éxito duradero. Ahora para identificar y adoptar principios universales de efectividad, necesitamos cambiar muchos de nuestros mapas y paradigmas actuales. El doctor Ron Jenson propone el siguiente esquema para este propósito:

V erifique sus valores personales.
A rticule su propia matriz ética y filosófica para la vida.
L ogre aprender las perspectivas correctas de los asuntos.
O rdene sus valores con las acciones correctas.
R evise y evalúe su crecimiento.
A lcance a los demás con estas verdades (los principios).

5. Marcharé firme a ejecutar mi misión.

¿Entiendo y sigo apasionadamente la misión de mi vida?
¿He trazado metas para mi vida?
¿Tengo un sistema de retroalimentación para verificar mi progreso?
¿He puesto por escrito los valores que son importantes para mi?
¿Cómo quiero ser recordado?

Una declaración de misión es como un faro que le guía en el camino. Es además una fuente de motivación y entusiasmo para iniciar y continuar la acción. Además, tener una misión le ayuda a mantener su vida enfocada.

Pero la misión debe estructurarse en metas que permitan operacionalizarla. Las metas sin sueños son simples actividades y los sueños sin metas son quimeras, meras ilusiones. Una meta es un sueño con un plazo. La meta es un objetivo, propósito o sentido de dirección hacia el cual dirige todas sus energías, anhelos y esfuerzos. Son los blancos hacia los cuales enfoca su vida. Una meta involucra el esfuerzo organizado y planificado de lo que quiere ser y alcanzar en la vida. Una persona con metas tiene dirección en su vida, establece prioridades, rebosa energía y ánimo, es más creativa y busca con más persistencia los resultados.

Pero establecer metas es un ejercicio riguroso. Las metas no son propósitos vagos ni ambiguos. Mientras mejor definidas sean nuestras metas más probabilidades de éxito tendremos ¿Cómo definir metas adecuadas? Para este fin utilizaremos el acróstico METAS:

Medibles en sus resultados.
Específicas en sus detalles.
Trazadas en blanco y negro (escritas).
Alcanzables en su aspiración.
Supremamente personales.

Ahora, ¿En qué áreas se cumple la misión? La respuesta está relacionada con sus roles de vida y las áreas básicas de existencia, tales como: Fe, condición física, familia, amistades, finanzas, trabajo y recreación. ¿Cómo funciona usted en cada una de esas áreas? ¿Están integradas?


Principios asociados a los compromisos:

6. Integraré tota mi vida para alcanzar el éxito.

¿Mantengo todas las áreas vitales de mi vida en equilibrio?

El éxito debe ser balanceado. Usted no puede considerarse una persona exitosa solo si su empresa marcha de maravilla, pero su familia es un fracaso o su salud es un desastre.

Necesitamos recuperar el equilibrio en nuestras vidas. Esto se consigue integrando nuestra vida. En medio de las presiones de esta sociedad moderna, resulta un verdadero reto equilibrar nuestras prioridades. Nuestras agendas están saturadas y el tiempo no nos rinde. Parece que necesitáramos días de 30 horas. La clave para equilibrar nuestras prioridades radica en aprender a integrar nuestra vida. La figura de un rompecabezas ilustra interesantemente la vida. En algunas personas - las personas exitosas - cada una de las piezas encaja en el lugar que le corresponde. La imagen que se ve es la de un rompecabezas completado, integrado. Esta metáfora equivale a una vida integrada, completa y en equilibrio. Pero a veces nuestras vidas se parecen a un rompecabezas a medio armar, con muchas piezas regadas, sin ubicación. La imagen que se ve es la de una figura incompleta; una vida fragmentada y sin equilibrio.

El éxito en la vida reside en saber equilibrar nuestras prioridades y aprender a colocarlas en orden de importancia. Una vida fragmentada es una vida disfuncional y poco efectiva. Si no logramos integrar todas las áreas de nuestra vida, viviremos en forma incompleta y con insatisfacción permanente. Cada una de las áreas de nuestra vida deben estar en equilibrio e integradas: Vida espiritual (fe, relación con Dios), vida física (salud, recreación, descanso), familia (paternidad, matrimonio), trabajo (negocios, profesión), finanzas (mayordomía, recursos) y relaciones (amistades, participación comunitaria, servicio social, interdependencia en las relaciones interpersonales).

Nuestras prioridades giran alrededor de nuestros roles en cada una de estas áreas: trabajador, padre o madre, esposo (a), amigo (a), colega, empresario (a), vida espiritual. Estos roles, en muchos casos, están en desequilibrio. Puede que dediquemos muchas horas al día a nuestra actividad laboral, y descuidemos nuestro rol de esposo (a) o padre/madre. A veces nos agotamos trabajando tanto al punto de descuidar nuestra salud. Otras veces nos enfocamos tanto en nuestra familia que perdemos de vista las personas que están a nuestro alrededor. A veces perdemos el sentido de proporción y equilibrio.

Ahora, equilibrio no significa vivir según el estatus quo, o desarrollar una mentalidad de “mantener las cosas como están”, permaneciendo reacios al cambio. Ron Jenson habla de dos clases de equilibrio: uno estático y otro dinámico. El equilibrio estático, carece de dinamismo; es pasivo y reactivo; es cerrado al cambio. Mientras que el equilibrio dinámico es activo; busca la adaptación; es abierto al cambio.

Equilibrar la vida también incluye mantener un equilibrio interno entre las necesidades del momento y nuestra inclinación natural, según los rasgos de nuestra personalidad y hábitos arraigados: orientación hacia resultados vs. énfasis en el proceso, tareas vs. personas, estructura vs. espontaneidad, pragmatismo vs. sueños.

7. Zarparé hacia mi meta, cuidando de los demás

¿Me esfuerzo en servir a los demás? ¿Tengo una orientación a contribuir a la satisfacción de las necesidades de otros?

Optimizar nuestra vida se manifiesta en el tipo de relaciones que tenemos con otras personas. Se evidencia en el testimonio de una persona que irradia en su trato con los demás amor, armonía, equidad, gentileza y sabiduría. Se expresa en relaciones personales más ricas, edificantes, profundas y permanentes.

Hoy en día, cada vez es más difícil hablar de relaciones profundas y edificantes. Uno de los subproductos de la sociedad moderna es la despersonalización. La gente ha perdido el interés por la gente. Cada quien está pendiente de sus propias necesidades, sin preocuparse de las necesidades de otras personas.

La cultura que se impone en esta era es la del individualismo que rinde culto al ego, sin otorgarle prioridad al aporte que podemos hacerle a otras personas. Existe además un afán por las riquezas y la acumulación de posesiones, que privilegia el individualismo y el interés propio por sobre la contribución a otros. Bajo este esquema el anonimato, la indiferencia, la indolencia y la neutralidad están ganando terreno sobre el apoyo mutuo, la solidaridad y la orientación a la contribución a los demás.

Necesitamos interdependencia saludable. La vida, por naturaleza, es interdependiente. Los seres vivos constituyen sistemas abiertos que realizan intercambios con el medio ambiente, tomando los elementos necesarios para su supervivencia, pero a la vez dejando su contribución a la vida.

La interdependencia es la base para una efectiva interacción humana. La interdependencia nos mueve a la cooperación, a las relaciones sinérgicas, a la confianza en otros, al trabajo en equipo, a las relaciones profundas y significativas y a la madurez personal.

8. Arduamente mantendré mi rumbo.

¿Persevero y sigo adelante en la consecución de mis objetivos propuestos?

Las personas que logran resultados importantes son perseverantes. Todo lo que valga realmente la pena, nos tomará un esfuerzo y un tiempo prolongado.

La primera vacuna contra la rabia fue producida por Louis Pasteur a los 63 años, después de 25 años de investigación. Alexander Fleming descubrió la penicilina tras 30 años de trabajos de investigación. El patriarca Abraham recibió a Isaac, el hijo de la promesa, después de 25 años de larga espera en Dios. Demóstenes llegó a convertirse en uno de los más grandes oradores de la antigua Grecia, tras muchos años de arduos ejercicios para poder superar su tartamudez. Los hermanos Wright estrellaron más de 500 modelos a escala de aviones, antes de lograr poner en el aire el primer aeroplano con propulsión propia. Abraham Lincoln y Winston Churchill alcanzaron la presidencia de sus países después de toda una vida de derrotas y actividad política. En conclusión, conseguir los resultados deseados demanda enfoque y perseverancia en nuestro desempeño diario.

9. Rigurosamente alinearé mis objetivos.

¿Hago correcciones en mi camino para realinearme con mi misión y objetivos trazados? ¿Cuál es el marco de referencia a través del cual realineo mi andar?

El Dr. Ron Jenson dice que un marco de referencia en los asuntos de nuestra vida debe incluir:


a) El propósito que rige en su vida.
b) Sus prioridades en la vida.
c) Sus principios.
d) Sus peculiaridades (las diferencias y distinciones que lo identifican, sus puntos débiles y fuertes).



Alienar rigurosamente sus objetivos supone además vivir con enfoque. El enfoque es la habilidad de mantener un esfuerzo concentrado en una tarea y meta específica. Dice el dicho que la gota de agua no orada la roca por su fuerza, sino por su contundencia. El esfuerzo concentrado produce resultados asombrosos.

10. Energizaré mi vida interior

¿Cultivo mi carácter y espíritu?

El poder de la vida del hombre reside en su interior. Detrás de cada forma externa hay un poder interno. Las formas o estructuras externas siempre son generadas por un poder interior. El poder, que es interno, precede a la forma que es externa y no al revés. El hombre es reflejo de este principio.

El poder está referido al carácter y a la espiritualidad del ser humano. Su carácter es la raíz de su fortaleza y el núcleo espiritual que le da vida a la raíz. Al respecto comenta el Dr. Ron Jenson: “Nos urge efectuar un retorno a las raíces espirituales y a concentrarnos en el carácter. Estas son las verdaderas bases para el auténtico poder personal. Lo que cuenta es quien es usted en lo más intimo de su ser, en lo más profundo de su fe, en su fortaleza espiritual”.
Tu carácter determina quien eres. Lo que eres determina lo que ves. Y lo que ves determina lo que haces. Tu vida espiritual se expresa a través de tu carácter. Es por eso que el desarrollo del carácter es el centro del desarrollo de la vida hombre; y, en consecuencia, debe ser su prioridad.
El carácter es, según Stephen K. Mawell y otros autores, “una creencia convencional que resulta en una conducta consistente”. Podemos ver que el carácter empieza en el interior del hombre (una creencia convencional) y se expresa externamente (conducta consistente). Esa creencia o convicción interna define las orientaciones por las cuales el individuo se relaciona con el mundo y las personas. El carácter define todo nuestro estilo de vida externo: conductas y actitudes. Enfocarse sobre el carácter es desarrollar la esfera interna del hombre (pensamientos, capacidad de elección, formas de relacionarnos con otros, forma de sentir).

jueves, 7 de octubre de 2010

Endorfinas

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En la década de los setenta, se descubrió un planeta al cual se le bautizó con el nombre de Quirón. Los astrólogos le adjudicaron a Quirón el símbolo de la llave y dicen ellos que este planeta viene con una enseñanza precisa: cuando creemos estar ante un muro infranqueable, allí se halla la salida, nuestras mas sombrías adversidades son nuestras mejores oportunidades o, viéndolo de otro modo, nuestro peor enemigo puede convertirse en nuestro mejor aliado si sabemos manejar las situaciones que se nos presentan.

Podría parecer frívolo hablar acerca de la felicidad, la autosatisfacción personal o la sensibilidad estética cuando estamos concientes de que a nuestro alrededor gravitan problemas económicos, falta de desarrollo, falta de empleos, la lucha cruenta de las empresas por la supervivencia y miseria y desánimo en muchos de los mexicanos que cada día ven más lejos la solución a sus problemas. Cierta o no la astrología, Quirón tiene razón con la enseñanza que se le atribuye en el párrafo anterior, a ella hay que agregar que la mayor parte de la solución a nuestros problemas depende de nosotros mismos, como individuos y como sociedad. Pero ¿Cómo afrontar las situaciones de reto cuando no tenemos el ánimo para ello? Observe usted a la gente en la calle, en su trabajo, en sus diversas actividades diarias y podrá notar que la inmensa mayoría tiene un aspecto de preocupación o en el mejor de los casos, de indiferencia por concentrar sus pensamientos en sus propios problemas; son pocas las personas que podemos notar con facilidad que irradian optimismo, esperanza, buena disposición y alegría. Haga usted la prueba, ¡cuéntelas!. Además de la actitud correcta, está científicamente comprobado que el organismo de estas personas fabrica muchas endorfinas y la presencia de éstas las hace sentirse eufóricas y felices. Entre los descubrimientos científicos mas importantes de la ciencia moderna se encuentran las endorfinas, las cuales fueron descubiertas por John Hughes y su equipo de científicos de la Unidad para la Investigación de las Drogas Adictivas de Aberdeen. Aquellos instantes felices que todos de una manera u otra hemos experimentado y que muchas veces recordamos como algo muy especial correspondían a momentos en que nuestro cuerpo estaba sintetizando endorfinas. Las endorfinas, además de producir en nosotros una sensación placentera de felicidad, influyen en nuestro comportamiento y son un potente analgésico natural pues alivian el dolor como solo pueden hacerlo las drogas de la familia de la morfina, y pueden incluso prevenir y curar muchas enfermedades pues tienen relación directa con los mecanismos de defensa del organismo humano.

Hay varias formas de generar endorfinas, una de las más eficaces es el masaje o las caricias, que tan placenteras nos resultan. El placer que produce el masaje no es el resultado del masaje mismo sino de la generación de endorfinas que éste provoca. Desde la más remota antigüedad las madres de familia saben por instinto que pueden calmar el dolor de sus hijos con caricias y cariños, y lo mas sorprendente es que funciona. Ello se debe a esas maravillosas drogas llamadas endorfinas. Otros medios para generarlas lo son la acupuntura, los deportes, las técnicas de relajación, la risa, la música, y cualquier otra actividad que nos guste mucho hacer. Las endorfinas son substancias bioquímicas analgésicas segregadas por el cerebro que desempeñan un papel esencial en el equilibrio entre el tono vital y la depresión. De ellas depende que nos encontremos bien o que nos encontremos mal. Visto de otra manera, podemos decir que las endorfinas son agentes bioeléctricos transmisores de energía vital. Nuestro organismo es capaz de segregar esta droga la cual es cientos de veces más potente que la heroína o la morfina, es totalmente natural y carece de efectos secundarios, desafortunadamente, hay gente que se droga para obtener a un alto precio, los mismos estados que podría alcanzar natural y gratuitamente a través de las endorfinas.

Cuando un drogadicto se administra su dosis, está intentando provocar desde afuera, lo que su organismo debería hacer desde adentro. Las primeras veces que se droga, efectivamente, vive una sensación de felicidad y euforia, de relajamiento. De hecho, muchos drogadictos describen esta situación diciendo: “es como unas vacaciones”. Gracias a la droga, se han desconectado momentáneamente con aquello que les proporciona infelicidad. Esto solo ocurre con las primeras dosis pues además de la tremenda intoxicación que se va creando, la capacidad del organismo para segregar y recibir endorfinas va disminuyendo y el drogadicto se encuentra cada vez mas desprotegido ante el dolor y la depresión.

Las endorfinas no se pueden administrar desde afuera, es nuestro propio organismo el que las crea desde adentro, pero si desde afuera le ayudamos y lo estimulamos para que las produzca, nos sentiremos mejor y más dispuestos a enfrentar los retos. En muchas ocasiones, el típico ejecutivo o empresario, acaba su jornada laboral en una situación de stress que le dificulta relajarse por medios naturales y entonces es bastante normal que recurra a las bebidas alcohólicas ya que el alcohol produce una reacción parasimpática de calma y relajación. Sin embargo, la utilización crónica de alcohol, anula la capacidad del cuerpo para mantener el flujo correcto de endorfinas en el organismo.

Algo que nuestros abuelos ya sabían lo es el hecho de que la risa es buena para la salud. Además de reír, tomar las cosas con humor, positivamente, sin proyectar nuestra negatividad, nos ayuda a vivir una vida más plena. La risa nos hace olvidar las preocupaciones y los problemas y encaramos la existencia más positivamente. Una actitud positiva y un cierto toque de humor ante la vida, implica una bioquímica equilibrada que da como resultado una tasa normal de endorfinas en nuestro cuerpo y lógicamente, de defensas y de capacidad de sensación de felicidad. Una simple sonrisa emite una información que hace que el cerebro genere endorfinas.

Para ser felices hemos de saber colocarnos por encima de ese espejismo que llamamos realidad, hemos de estar por encima de las dificultades que el destino nos depara y para ello, el sentido del humor nos ayudará. A veces la vida se presenta tan llena de problemas y contrariedades que nos sentimos incapaces de reaccionar, parece como si nos faltaran las fuerzas y así, es más fácil ceder ante la angustia o la depresión que reaccionar, es entonces que debemos comenzar a estimular nuestro cuerpo para que genere endorfinas. Nuestra capacidad para desarrollar una conciencia receptiva agudizada que nos haga vivir más plenamente la vida y aprovechar al máximo las oportunidades que ésta nos brinda, es la base de nuestra felicidad y el secreto se encuentra en las endorfinas.

El optimismo. ¿puede aprenderse?

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“Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad; un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad” - Benjamin Franklin.

“Los pesimistas pueden aprender a ser optimistas, y no por medio de trucos tan carentes de sentido como sería silbar una canción alegre o decir tonterías (día tras día, por el camino que sea, estoy mejor y mejor) sino aprendiendo una nueva batería de habilidades cognitivas. Yo no nací optimista. Tuve que aprender (incluso inventar) técnicas que me sirvieran para superar los obstáculos” – Seligman.

“Un entrenamiento para el optimismo, ayudó a elevar las ventas en una empresa importante en sólo tres meses. Eso fue suficiente para convencer a la compañía de que este tema debía formar parte normal de la capacitación de su gente”- Goleman.


El optimismo es una de las fuentes principales de la “automotivación”. Goleman plantea que, las personas dotadas de esta aptitud:

* Persisten en ir tras la meta, a pesar de los obstáculos y contratiempos.
* No operan por miedo al fracaso, sino por esperanza de éxito. (es decir, se centran más en las oportunidades que en las amenazas).
* Consideran que los contratiempos se deben a circunstancias manejables, antes que a fallos personales.



Señala que, la prima hermana del optimismo, es la esperanza: saber lo que es preciso hacer para llegar a un objetivo y tener energías para dar esos pasos. “Es una fuerza motivadora primordial y su ausencia resulta paralizante”, resalta.

Goleman comenta que Martin Seligman, psicólogo de la Universidad de Pensylvania, realizó un “estudio clásico” del efecto que tenía el optimismo sobre la productividad en las ventas en una importante empresa de seguros, que reveló que los optimistas vendían un 29% más en el primer año que sus colegas más pesimistas; en el segundo año, los superaban en un 130%.

Los trabajos de Seligman, basados en más de veinticinco años de investigaciones clínicas, fueron publicados en un libro bastante voluminoso editado en 1998 con el sugestivo título “Aprenda Optimismo. Haga de la vida una experiencia maravillosa”. De la bibliografía sobre este tema, al parecer, el libro de Seligman es el más completo y consistente, lo que se reconoce en comentarios sobre su libro, por diferentes autores, incluyendo a Goleman. Lo que se presenta a continuación ha sido extractado de esta obra, con comentarios complementarios.

1- Dos formas de considerar la vida.

Seligman plantea que, una característica definitoria de los pesimistas, es pensar que lo desagradable durará siempre, o por lo menos mucho tiempo, socavarán cuanto se propongan hacer… y será por su culpa. Los optimistas, que deben enfrentarse con los mismos golpes de este mundo, piensan de manera opuesta, tienden a pensar que la derrota es sólo un contratiempo pasajero, que sus problemas se reducen a esa única circunstancia. No se desconciertan frente a la derrota. Enfrentados a un problema, perciben que allí se les presenta un reto y lo intentan otra vez con más energía.

Esas dos formas de considerar los problemas tienen sus consecuencias. Seligman informa que, cientos de estudios, demuestran que los pesimistas se rinden más fácilmente y se deprimen con mayor frecuencia. Esos estudios también demuestran que los optimistas van mejor en los estudios, en el trabajo, y en el deporte, gozan de mejor salud y tienen menos predisposición a males físicos propios de la edad.

Al igual que Goleman, considera que “los pesimistas pueden aprender a ser optimistas”. Para esto, empieza por lo que denomina “teoría del control personal”, presentando dos conceptos: “la impotencia aprendida” y “las pautas explicativas”.

La “impotencia aprendida”, es la reacción a darse por vencido, a no asumir ninguna responsabilidad y a no luchar, como consecuencia de creer que cualquier cosa que podamos hacer carece de importancia. Las “pautas explicativas” son los criterios que solemos utilizar para explicarnos a nosotros mismos por qué suceden las cosas. Es el gran modulador de la “impotencia aprendida”.

Un criterio explicativo optimista pone un freno y detiene el sentimiento de impotencia, en tanto que un estilo pesimista no hace sino acrecentar el sentimiento de impotencia, y se relaciona estrechamente con la depresión. La forma que usted prefiera para explicarse las cosas a usted mismo, determina hasta dónde puede llegar su desamparo, o con cuánta energía contará cuando se encuentre con los contratiempos habituales y las derrotas momentáneas. El “criterio explicativo” de cada uno es reflejo de “lo que dice su corazón”.

Seligman critica el enfoque reduccionista de los “behavioristas” (Skinner y otros) que consideran que las reacciones humanas son respuestas a su propia historia sobre premios y castigos, que estimulan o reprimen, respectivamente, determinados comportamientos. De esto se deriva que “todo lo que uno tiene que hacer para cambiar a la persona es cambiarle el entorno”. Se lamenta de que la psicología norteamericana haya estado regida por los “dogmas del behaviorismo” en el que “Lo consciente-como pensar, proyectar, esperar, recordar- no tiene efecto alguno sobre los actos”. Se declara “cognotivista”.

2- El manejo de las “pautas explicativas”

Si las “pautas explicativas”, es decir, la manera en que las personas se explican a sí mismas los contratiempos que padecen son las que modulan la “impotencia aprendida” entonces: “Enseñarles a modificar sus explicaciones podría ser una manera de tratar su depresión”. En última instancia, “Los hábitos mentales no tienen por qué ser permanentes. Uno de los hallazgos más significativos hechos por la psicología en los últimos veinte años es que los individuos pueden elegir su manera de pensar”.

Una pauta explicativa típica de los pesimistas, ante su propia desgracia, es pensar: “Soy así, siempre ocurrirá así, hay algo que tengo y que echa a perder todo lo que hago”. Otros, los que se resisten a rendirse ante las circunstancias, responden: “Las cosas vinieron así, como vinieron se pueden ir, y además todavía quedan muchas cosas en la vida”. Esta es una “pauta explicativa” típica de los optimistas.

Seligman plantea que, las dimensiones cruciales de una “pauta explicativa” son: la permanencia, la penetración (amplitud) y la personalización.

Sobre la “permanencia”. Los que se dan por vencidos desde los primeros momentos, son personas convencidas de que los contratiempos que les ocurren son permanentes, que persistirán, estarán siempre allí, para arruinarles la vida. Por el contrario, los que se resisten al desamparo creen que las causas de los contratiempos son temporales. Estos dos tipos de enfoques los ejemplifica con las siguientes expresiones.

Permanente (Pesimista) Circunstancial (Optimista)
-Soy un fracaso. -Estoy muy cansado.
-Las dietas no sirven -Las dietas no sirven cuando se come fuera de casa.
-Siempre me sermoneas -Me sermoneas cuando no he dejado mi habitación limpia.
-Mi jefe es una mala persona. -Ultimamente el jefe está de mal humor.
-Nunca me hablas -Hace un tiempo que no me hablas.


Si usted considera las cosas en términos de “siempre” y “nunca”, confiriéndoles características duraderas, entonces su pesimismo es permanente. Por el contrario, si piensa en términos de “algunas veces” y de “últimamente”, entonces culpa de los malos momentos a condiciones transitorias, con lo que asume un comportamiento optimista.

Un comentario
“Generalizar” (pauta pesimista) es uno de los comportamientos generadores de conflictos en las comunicaciones. Alguien puede aceptar que, en determinados momentos, ha cometido un error, pero le será difícil si le dicen que “siempre”. El comportamiento recomendado es el “descriptivo” que puntualiza situaciones circunstanciales.


La pauta optimista para explicar circunstancias afortunadas es exactamente la inversa de la pauta que explica los contratiempos, precisa Seligman. Los que creen que las cosas buenas provienen de causas permanentes son más optimistas que los que creen que son transitorias. Ejemplos:

Circunstancial (Pesimista) Permanente (Optimista)
-Hoy es mi día de suerte. -Siempre tengo suerte.
-Estoy esforzándome. -Tengo habilidades.
-Mi rival se cansó. -Mi rival no es bueno.


Los optimistas se explican las cosas buenas que les suceden en términos de causas permanentes: características, habilidades, factores de siempre. Los pesimistas, se refieren a causas transitorias: suerte, situaciones, de algunas veces. Las personas que asumen que las cosas buenas son resultado de causas permanentes se esfuerzan todavía más cuando logran éxitos. Los que piensan que son circunstancias que pueden desaparecer, pueden derrumbarse, incluso cuando les va bien, porque creen que el éxito es pura casualidad.

Un comentario
Cuando trabajo estos temas, me gusta reflexionar sobre la forma “sui generis” con que a veces manejamos la “suerte”. Cuando nos salen bien las cosas, decimos que fue el “resultado del esfuerzo que hicimos”. Si nos salen mal, es porque “tuvimos mala suerte”. Cuando las cosas le salen bien a otros, decimos que “tuvieron suerte”; si les salen mal es porque “no hicieron el máximo esfuerzo”.


Sobre la penetración (amplitud). La permanencia se refiere al tiempo, la amplitud al alcance. Algunos, cuando tienen un contratiempo en su trabajo (traslado, despido) transmiten su depresión a todas las esferas de su vida (familia, amigos, eluden distracciones, se “encierran”), sienten que el “desastre” invalida todos los aspectos de su vida. Este es el comportamiento típico de los pesimistas, considerar que sus contratiempos son “universales”.

Los optimistas, por el contrario, son capaces de mantener su comportamiento normal en sus restantes esferas, comprenden que el “desastre” fue solo en un segmento de su vida, que es algo “específico”, (no “universal”).

En este punto, Seligman introduce el concepto de “esperanza”, (que, como se planteó al inicio Goleman considera la “prima hermana” del optimismo) sobre lo que plantea lo siguiente:

“El hecho de que tengamos o no esperanza depende de dos aspectos de nuestra pauta explicativa: la permanencia y la amplitud. El arte de la esperanza consiste en hallar las causas circunstanciales y específicas de los contratiempos que pueden acaecer: las “causas circunstanciales” (no permanentes) limitan el sentimiento de impotencia en el tiempo; y las “causas específicas” lo limitan a la situación original (la esfera en que se produjo).

De otra parte, las “causas permanentes” proyectan ese sentimiento hasta un futuro bastante lejano, y las “causas universales” lo difunden por todo el ámbito que rodea al sujeto. Identificar la fuente de los contratiempos como causas permanentes y universales es lo que hace que la gente pierda las esperanzas de poder superarlos”.

Finalmente, esta la personalización. Cuando nos pasa algo malo podemos culparnos nosotros mismos (internalizar), o echarle la culpa a circunstancias externas a nosotros (externalizar). Los que se echan la culpa a sí mismo cuando fracasan en algo tienen una autoestima muy baja. Piensan que no valen gran cosa, que carecen de talento y no pueden reclamar afecto. Los que culpan a factores externos no pierden la autoestima, cuando pasan un mal rato. La autoestima baja, o pobre, por lo general proviene de una pauta interna. Seligman señala los siguientes ejemplos:

Interna (Baja autoestima) Externa (Alta autoestima)
-Soy un estúpido -No me comprendieron
-No tengo talento para el póquer -No tengo suerte en el póquer
-Soy inseguro -Crecí en un hogar pobre


Un comentario
Lo que plantea Seligman sobre las dimensiones “Permanencia” y “Penetración (amplitud)”, son convincentes. Cualquiera tiene experiencias vivenciales donde se pueden identificar estas “pautas explicativas”. No sucede lo mismo con la dimensión “Personalización”. El sistema conceptual más cercano, para su análisis, es lo que, en los textos de Comportamiento Organizacional, se define como “Locus de control”. Sobre esto, Robbins (1999) plantea lo siguiente:

“Algunas personas piensan que son dueñas de su propio destino. Otras se ven como juguetes de la fortuna y piensan que lo que pasa en su vida es cosa de suerte. Los primeros, que creen que controlan su destino, se denominan internos, mientras que los otros, que consideran que su vida está controlada por fuerzas externas, son los llamados externos…. En numerosas investigaciones que comparan internos con externos se ha mostrado una y otra vez que los “externos” están menos satisfechos con su puesto, tienen tasas más elevadas de ausentismo…. Los internos tienen más motivación, y están más dispuestos a mostrar iniciativa… enfrentados a situaciones similares que los externos, atribuyen esos resultados a sus propios actos… piensan que no pueden culpar a otros de sus problemas, sino que son ellos los que deben enfrentarlas…”.


En el enfoque que plantea Robbins, el comportamiento de los “internos” es más consistente con el de los optimistas, mientras que el de los “externos”, por el contrario, coincide más con los de los pesimitas. Tratar de encontrar “fuera de nosotros” la causa de las calamidades, buscar el culpable en el entorno es un comportamiento que no motiva a la acción, que nos priva de analizar autocríticamente nuestros comportamientos. Además, es negativo en nuestras relaciones con los demás, que nunca podrán encontrar en nosotros una autocrítica.

Seligman reconoce esto cuando plantea: Algunos se han formado una imagen que muestra al optimista como el fastidioso permanente, al que se jacta de todo, exagera sus éxitos y culpa a otros de sus fallos, sin asumir jamás responsabilidad de sus errores”.

No se trata de que “siempre” tratemos de encontrar en “nosotros” la explicación de los problemas. Tampoco, que nos sintamos “ajenos”. En definitiva, todo acontecimiento es el resultado de una interacción del individuo con su entorno, de donde recibe influencias, pero también en el que influye. El comportamiento que correspondería a la inteligencia emocional sería un equilibrio, en el que consideremos la influencia (inclusive culpabilidad) de un agente, o factor, externo y, al mismo tiempo, valorar la parte que nos corresponde y, en última instancia, lo que podríamos hacer para modificarlo en nuestro favor.

3-¿Siempre es negativo el pesimismo?

El pesimismo nos rodea. Hay personas que viven permanentemente afligidos por este. Incluso los mas optimistas alguna vez pasan por el trance del pesimismo. Ahora bien, ¿es el pesimismo uno de esos colosales errores de la naturaleza, o tiene un sitio valioso en el esquema de las cosas?, se pregunta Seligman.

El pesimismo puede apoyar ese realismo que con tanta frecuencia necesitamos. En muchos campos de la vida, el optimismo no puede justificarse. En esos momentos en que irremediablemente terminamos fracasando quizá podamos hallar algún consuelo contemplando las cosas con cristales color de rosa, aunque con eso no vamos a modificar la situación. En ciertas circunstancias –por ejemplo, en la cabina de un avión- lo que se necesita no es una opinión alegre y feliz, sino otra despiadadamente realista. Algunas veces tenemos necesidad de cambiar y no de buscar razones para aferrarnos a lo anterior.

Seligman comenta una consultoría que realizó en una empresa grande de seguros donde, después de resultados impresionantes que obtuvieron con la aplicación de sus instrumentos para evaluar el potencial de optimismo de los vendedores, el Presidente le planteó su interés de convertir en optimistas a un grupo de ejecutivos que muchas veces se mostraban pesimitas. Pensó que “existía la posibilidad de que parte de ese pesimismo que los ejecutivos llevaban a su trabajo sirviera para algo importante. Alguien tenía que desalentar los planes poco realistas. Esos pesimistas habían conseguido elevarse hasta lo más alto en el sistema empresarial estadounidense… de modo que algo tendrían que estar haciendo bien”.

Se preguntó ¿cuál es entonces el papel del pesimismo?. Llegó a la conclusión de que, es posible que corrija algo que hacemos más o menos bien cuando nos sentimos optimistas y no estamos deprimidos … en suma, tal vez sirviera para apreciar adecuadamente la realidad. “Quizá lo que hemos considerado una buena terapia para un paciente deprimido no haya sido otra cosa que alimentar ilusiones, lo que haría que el paciente termine pensando que el mundo es mejor de lo que es en realidad. Está contrastado que las personas deprimidas, si bien son más tristes, también son más juiciosas”, plantea.

Las personas deprimidas –que en su mayoría son pesimistas- juzgan con mayor precisión de cuánto control disponen. Los no deprimidos –en su mayor parte son optimistas- creen que ejercen más control sobre las cosas del que efectivamente poseen, en particular cuando quedan desamparados y no tienen control alguno.

Comenta los resultados de varias investigaciones que revelan datos interesantes. Uno de los síntomas característicos de la depresión es la escasa capacidad social. Los pacientes deprimidos reconocieron su falta de capacidad para las relaciones sociales. “El descubrimiento sorprendente fue con el grupo de los no deprimidos”, destaca. De forma muy acentuada sobreestimaron sus habilidades, se juzgaron a sí mismos mucho más persuasivos y convincentes, que lo considerado por los investigadores.

Otra evidencia que destaca es la memoria. En líneas generales, los deprimidos recuerdan más los momentos malos, y menos los buenos. En los no deprimidos, sucede lo contrario, recuerdan más los buenos que los malos. A juzgar por las explicaciones de los deprimidos y, de acuerdo con el dicho popular, el fracaso es huérfano y el éxito tiene muchos padres.

Un comentario
Después del fracaso de la invasión de mercenarios patrocinados por la CIA en 1961, por el territorio cubano de Playa Girón (Bahía de Cochinos en la bibliografía) el Presidente J.F. Kennedy reconoció públicamente la participación de su gobierno y expresó, precisamente, “Las victorias tienen muchos padres, las derrotas son huérfanas”


Llevando este análisis al plano empresarial Seligman pone el ejemplo de una empresa de mucho éxito. Cuenta con un plantel muy amplio de personalidades que cumplen con diversos roles. Primero está el optimista. Los investigadores, encargados de la planificación, de la producción y de las ventas, todos ellos necesitan, deben tener visión de futuro, soñar cosas que aún no existen, explorar límites que están más allá de lo nunca alcanzado hasta ese momento. Si no lo hacen, un competidor lo hará. Pero, imaginemos que esa empresa sólo estuviera integrada por optimistas, todos con la mente fija en las atrayentes posibilidades que se presentan. “Todo terminaría siendo un fracaso”, concluye.

La empresa también tiene necesidad de pesimistas, de personas que tengan un exacto conocimiento de las realidades del momento. De personas convencidas de que la triste realidad está constantemente arrasando con los sueños más optimistas. El jefe de contabilidad, el financiero, el administrador, entre otros, tienen necesidad de tener muy claro cuánto puede permitirse gastar la empresa y de los peligros implícitos. “Ellos ejercen un papel cauto, la bandera que ellos enarbolan es la de la advertencia“.

Un comentario
“Les Luthiers”, los formidables músicos y humoristas argentinos, dicen que “un pesimista es un optimista con experiencia”.


Estos pesimistas moderados, que Seligman les llama “pesimistas profesionales”, al parecer saben servirse bien de su potencial pesimismo, sin ser víctimas de éste. De modo que, la empresa de éxito, ha de contar con sus optimistas, soñadores y creativos. Sin embargo, también necesita de sus pesimistas, de los realistas cuyo trabajo consiste en aconsejar cautela. Al frente de la empresa tiene que encontrarse un alto ejecutivo lo suficientemente atinado y flexible para equilibrar la visión optimista de los planificadores y los anuncios de calamidades de los cautos. El ejecutivo al que estaba asesorando tenía clara su tarea de “conciliar ambas posturas”.

Un comentario
En su trabajo sobre “los roles en un equipo” Belbin señala la conveniencia de que, en un equipo equilibrado, además de “creativos”, “coordinadores”, y “rematadores”, entre otros, deben estar también los “evaluadores”, que se cuestionen las propuestas de los otros. Drucker, en el video “Decisiones Efectivas”, utilizado en programas de capacitación de directivos, informa que Sloan, el CEO de la General Motors, cuando se discutía algún tema en el Consejo, en el que había mucha coincidencia, decía “Como todos estamos de acuerdo, vamos a volverlo a discutir en la próxima reunión”.


Después de “defender las virtudes del pesimismo”, pasa a “revisar el caso contra el pesimismo”, para comparar “costos y beneficios”. Para esto, presenta un listado de los inconvenientes del pesimismo, entre los que señala los siguientes:

- El pesimismo causa depresión.

- Induce más a la inercia que a la actividad, cuando surgen dificultades y contratiempos.

- Nos hace sentir mal: tristeza, pérdida de voluntad, preocupación, ansiedad.

- El pesimismo lo impregna todo. Los pesimistas no insisten cuando se enfrentan con los desafíos y, por tanto, fallan con más frecuencia… incluso cuando el éxito es alcanzable.

- El pesimismo va asociado a un deterioro de la salud.

- Los pesimistas fracasan cuando intentan ascender.

- Los pesimistas se sienten peor, incluso cuando tienen razón. Su pauta explicativa convierte en desastre lo pronosticado y, luego, hacen del desastre una catástrofe.

La conclusión que extrae es que, “el equilibrio parece favorecer al optimismo, pero hay momentos y lugares en los que tenemos necesidad de nuestro pesimismo”. El pesimismo, en formas leves, cumple con la misión de frenarnos un poco para que no corramos el riesgo de exagerar nuestro optimismo, nos obliga a que lo pensemos dos veces, que no tomemos decisiones apresuradas ni hagamos actos irreflexivos. En los momentos optimistas de nuestra vida nacen los grandes proyectos, los sueños y las esperanzas. “El genio de la evolución se halla en la tensión dinámica entre optimismo y pesimismo, en la interacción entre uno y otro”, concluye.

Cuando el optimismo nos impulsa a probar y el pesimismo nos aconseja retroceder, una parte de nuestra personalidad toma en cuenta las dos posturas. Ese buen consejero es la sapiencia, el buen sentido. Al comprender la simple virtud del pesimismo, junto con sus consecuencias frustrantes, paralizantes, podemos aprender a resistir las constantes advertencias del pesimismo. “Podemos aprender a elegir el optimismo, la mayoría de las veces, pero sin dejar de lado al pesimismo, cuando sea necesario”, concluye sobre esto.

4- Impacto del optimismo en diferentes esferas

Los resultados más difundidos sobre la teoría y las herramientas, que proponen Seligman y sus colaboradores, sobre el impacto del optimismo, reconocidos por Goleman y otros, es en la esfera empresarial. Lo más notable son los resultados obtenidos en una gran empresa de seguros que contrata anualmente más de mil vendedores, que selecciona de unos 15 mil que se presentan.

Si alguna actividad requiere altos niveles de optimismo es la de los vendedores que, generalmente, enfrentan muchas más respuestas negativas que positivas de sus clientes, actuales o potenciales. “Habíamos elegido la profesión exacta para empezar nuestro trabajo, una profesión que requiere tener un enorme optimismo, solamente para ingresar en ella, y un extremado optimismo para tener éxito”, plantea.

Los sofisticados test que se habían estado empleando para el reclutamiento y selección de los nuevos vendedores se centraban en los elementos clásicos: la capacidad o aptitud, y el deseo o motivación. Para Seligman esto es insuficiente, considera que “El éxito necesita de la constancia, la capacidad para no darse por vencido frente al fracaso. Creo que la pauta explicativa optimista es la clave de la constancia. La teoría de la pauta explicativa del éxito dice que, para escoger a las personas destinadas a triunfar en un trabajo lleno de desafíos, deberán seleccionarse tres características: Aptitud, Motivación y Optimismo”.

El estudio de los resultados de grupos de vendedores arrojó que, aunque muchos habían salido airosos en el “Perfil Profesional” utilizado para su reclutamiento, después resultaron malos vendedores. Aplicó un instrumento para identificar, a través de las “pautas explicativas”, el potencial de optimismo y los resultados fueron consecuentes con su teoría, los que lograron mayores puntuaciones, resultaron los vendedores más exitosos.

A partir de esto, propuso incorporar a los instrumentos utilizados para la selección de los nuevos vendedores, su test de medición de “pautas explicativas”. A los seleccionados se les dio un seguimiento, durante más de un año. Los que habían tenido calificaciones superiores, en su potencial de optimismo, habían superado con creces las ventas de los “mas pesimitas”. Las conclusiones las resume en lo siguiente:

“Descubrimos que los optimistas siguieron mejorando porque eran constantes. En un principio, esperábamos que el talento y la motivación para las ventas tenían que ser por lo menos tan importantes como la constancia; pero, con el paso del tiempo, a medida que fueron recibiendo negativas, la persistencia pasaría a ser decisiva. La prueba de optimismo para pronosticar ventas resultó, por lo menos tan exacta, como lo había sido el Perfil Profesional”.

Más adelante, aplicaron otras experiencias. Los aspirantes a vendedores que no aprobaran el “Perfil Profesional”, pero obtenían buenas puntuaciones en el “perfil de optimismo”, eran contratados. Los resultados fueron igualmente positivos, lográndose incrementos significativos en las ventas así como niveles inferiores de renuncias, en el primer año, que tenía altos indicadores.

Antes de presentar resultados de sus investigaciones en otras esferas, Seligman analiza los “orígenes del optimismo”. Plantea que “la pauta explicativa se desarrolla en la infancia. La interpretación que se da a cada nuevo contratiempo o golpe de suerte termina por convertirse en un hábito de pensamiento”. Plantea que, las tres hipótesis que explicarían la creación de la pauta explicativa, son: la pauta explicativa de la madre; la crítica adulta de maestros y padres; y las crisis en la vida de los niños.

Si las expresiones que escucha el niño constantemente de la madre corresponden a pautas pesimitas, esto va formando sus propias pautas. Si ante un contratiempo, la madre dice: “Estas cosas siempre me pasan a mi”, “soy tan perezosa”, “no hay forma de que esto mejore”, entre otras, prevalecen las pautas pesimistas.

Si lo que reciben de la maestra son expresiones como: “Lo que pasa es que no estabas prestando atención”; “No te has esforzado lo suficiente”; “Cuando expliqué los quebrados estabas conversando”. ¿Qué clase de explicaciones son: la desatención, la pereza, o el alboroto?. Son circunstanciales y específicas. Circunstanciales porque el niño puede modificar su atención en clase y hacerse el propósito de escuchar más seriamente lo que se le enseña. Son expecíficas porque se refieren a situaciones puntuales, no generales.

Otras esferas en las que Seligman ha validado la consistencia de su teoría y de las herramientas que ha diseñado son: resultados académicos, el deporte, la salud, y la política. En este último caso, incluye predicciones sobre los resultados de elecciones. En todas estas esferas, presenta numerosas investigaciones en las que se demuestra la validez de su teoría sobre el impacto positivo del optimismo, así como de las herramientas que ha diseñado para identificarlo y desarrollarlo.

5- Pautas para el uso del optimismo

Basado en sus investigaciones, durante más de veinticinco años, así como los aportes de otros especialistas, Seligman propone un conjunto de técnicas para forjar el optimismo. Plantea que no se propone insuflarnos un optimismo absoluto, incondicional, para que podamos aplicarlo ciegamente a todas las situaciones; sino ofrecer un “optimismo flexible”. “Se pretende acrecentar su control sobre su modo de considerar la adversidad. Si su pauta explicativa es negativa, ya no necesita seguir viviendo bajo la tiranía del pesimismo”.

Señala que, contrariamente a lo que sucede con las técnicas de casi todas las otras formas de autoayuda, “que consisten en un litro de teoría y sólo una cucharadita de investigación”, las que propone “han sido escrupulosamente investigadas y miles de adultos las han utilizado para cambiar de manera permanente su pauta explicativa”.

Consecuente con su enfoque “flexible”, antes de presentar las técnicas, alerta sobre las condiciones en que pueden resultarnos útiles y en cuáles no. A continuación un resumen de lo que plantea sobre esto.

“¿En qué situaciones tendría que aplicar los instrumentos para cambiar la pauta explicativa?. Primero, empiece por preguntarse qué es lo que desea realizar.

-Si se encuentra en situación de alcanzar un logro (ganar un ascenso, vender un producto, redactar un informe difícil) utilice el optimismo.

-Si le preocupa su estado de ánimo (pues está luchando para mantener alta su moral), utilice el optimismo.

-Si es una situación que tiende a prolongarse y está en juego su salud física, utilice el optimismo.

-Si quiere ponerse al frente, liderar a otros, si quiere que voten por usted, utilice el optimismo.

Pero, también hay momentos en los que no conviene usar estas técnicas.

-Si lo que se propone es bastante arriesgado, no utilice el optimismo.

-Si su objetivo es aconsejar a otros, cuyo futuro es oscuro, no utilice el optimismo.

-Si lo que quiere es hacerse cargo de los problemas de otros, no comience con optimismo, aunque convendrá utilizarlo luego, porque una vez lograda la confianza, el optimismo puede ayudar.

La línea de conducta fundamental para no alentar el optimismo es preguntarse ¿cuál será el costo del fracaso en cada situación particular?. Si ese costo es elevado, el optimismo es una estrategia equivocada. El piloto que está al mando del avión decidiendo si ha de bajar la altura; el juerguista que debe decidir si conduce su coche de regreso a casa después de haber bebido unas copas de más; la esposa frustrada que debe tomar la decisión de iniciar una aventura que, de salir a luz, podría destruir su matrimonio, no tienen que recurrir al optimismo. En estos casos, los costos de un fracaso son, respectivamente: la muerte, un accidente automovilístico y un divorcio. No es adecuado recurrir a nuestras técnicas para minimizar esos costos.

Por otra parte, si el costo de un fracaso no es alto, utilice el optimismo. El agente de ventas que decide si hará algunas visitas más en el día, todo cuando arriesga es perder algo de tiempo. El tímido que decide si entabla o no una nueva conversación, a lo único que se arriesga es a que lo rechacen. El ejecutivo al que están olvidando en los ascensos, todo cuanto arriesga es una negativa en caso de que, con tranquilidad y sin alzar el tono, exponga su opinión de que merecería un ascenso. En todos estos casos, conviene utilizar el optimismo, plantea.

Analizando esto en el plano laboral, recomienda empezar preguntándonos “¿En qué medida ese puesto exige constancia, iniciativa y saber superar la frustración y las negativas?”. Plantea que las actividades en las que una pauta explicativa optimista es lo más indicado son: ventas, relaciones públicas, captación de fondos, así como trabajos creativos, muy competitivos o con mucho desgaste.

Pero, también hay trabajos en los que conviene un agudo sentido de la realidad. Son trabajos en los que apenas se reciben negativas, trabajos muy técnicos en los que no se sufren presiones, ni se trabaja en tensión. Estos trabajos son idóneos para personas realistas y reflexivas, no para trabajadores que podrían ganar el premio al mejor vendedor. Este tipo de trabajo suele ser directivo, y en él el pesimismo puede ser una virtud y, el optimismo, debe frenarse. Considera que, un pesimista moderado, puede desenvolverse muy bien en áreas como: estimación de costos, diseño de medidas de seguridad, negociación de contratos, contabilidad, redacción técnica, control de calidad, jefe de personal, entre otros.

6- La técnica del ABCDE

La primera de las técnicas que propone Seligman es la que denomina el ABC que, por sus siglas en inglés, significan: Adversidad, Creencias (beliefs) y Consecuencias, que funcionan como se comenta a continuación.

Cuando nos encontramos con una “Adversidad”, reaccionamos pensando en ello. Nuestras ideas se cristalizan enseguida en creencias, que pueden convertirse en algo tan habitual que, incluso ni nos damos cuenta de que las tenemos, hasta que frenamos y le prestamos atención. Y, no se limitan a esto, sino que tienen “consecuencias”, pues son las causas directas de lo que sentiremos y haremos. Pueden significar la diferencia entre el desaliento y la rendición, o el bienestar y la acción constructiva.

Algunos ejemplos:

1-A: Su jefe lo critica por un informe que presentó.
B: Usted piensa que: “Lo que pasa es que no sé escribir informes”; “Siempre meto la pata”.
(Aquí su pauta explicativa es: permanente (siempre), global (afecta a todas sus esferas) además “internalizada”).
C: Está deprimido el resto del día.

2-A: Su jefe lo critica por un informe que presentó.
B: Usted piensa: “Debí haberlo revisado antes de enviárselo”.
(Aquí su pauta explicativa es: circunstancial y específica).
C: No toma a la tremenda lo sucedido y saca sus experiencias.

Suponiendo que usted sea un vendedor.

3-A: No ha conseguido ni una entrevista en toda la semana.
B: Usted piensa: “Nunca soy capaz de hacer bien las cosas”.
(Al igual que en el ejemplo anterior, su pauta explicativa es: permanente (siempre), global (afecta todas sus esferas) además “internalizada”).
C: Se deprime y no continúa.

4-A: No ha conseguido ni una entrevista en toda la semana.
B: Usted piensa: “La semana pasada me fue bastante bien”.
(Su pauta explicativa es circunstancial y específica)
C: Apartó la tristeza y mantiene energías para continuar.

5-A: No ha conseguido ni una entrevista en toda la semana.
B: Usted piensa: “El jefe me dio la peor lista de la semana”.
(Aquí su pauta explicativa es: circunstancial, puntual y externalizada)
C: Estará algo disgustado, pero con la esperanza de que la próxima semana todo salga mejor.

Para ver cómo funciona este ABC en la vida diaria, Seligman recomienda llevar un “diario ABC” (lo que recomienda Weisinger para el registro de sus emociones, que se comentó en el capítulo IV-El Autocontrol), durante dos o tres días.

Para hacerlo, recomienda observar el “diálogo interno” que se produce en nuestra mente y del que, por lo general, ni siquiera nos damos cuenta. Se trata de identificar qué relación se establece entre determinada adversidad y el sentimiento que nos provoca. Debemos ser objetivos respecto a la situación, registrar lo que pasó, no el modo en que lo hemos evaluado. Por ejemplo, en una discusión con su pareja, no anote “Fue injusto(a)”, eso sería una deducción, que tendría que registrarse como “Creencia”. Sus creencias son las interpretaciones que usted hace de la adversidad. En “Consecuencia” registre lo que sintió y lo que hizo ¿Se sintió triste? ¿Qué hizo entonces?.

Cuando haya registrado sus cinco episodios de ABC, léalos cuidadosamente y trate de hallar el vínculo entre lo que haya creído y las consecuencias. Entonces verá que las explicaciones pesimistas, provocan pasividad y desaliento, en tanto que las optimistas le mantienen el ánimo.

Si usted modifica las creencias habituales que, en usted, siguen a las adversidades (contratiempos) entonces cambiará su reacción frente a estas en muy poco tiempo.

Seligman plantea que hay dos modos de tratar las creencias pesimistas, una vez que se toma conciencia de ellas. La primera es “distraerse” cuando aparecen, sencillamente tratar de pensar en otra cosa. (lo que hacíamos con nuestros hijos pequeños cuando se caían o tenían una “perreta”, que les entregábamos un juguete o les hablábamos de otra cosa). La segunda es “discutirlas” que, a la larga, “resulta más efectivo porque las creencias que se discuten a conciencia tienen menos probabilidades de volver cuando una situación igual se presente”.

La “distracción” permite interrumpir el proceso de “rumiar” (repetir en nuestra mente la adversidad) que trata de imponer sus círculos viciosos en nuestra mente, repitiéndonos constantemente la adversidad. “Cuando le golpee la adversidad, fíjese algún momento –después- para volver a repensar las cosas… digamos esta tarde, después de las seis. Cuando le suceda algo que lo trastorne y advierta que no puede dejar de pensar en eso, puede decirse para sus adentros: Basta ya… pensaré en eso más tarde…”.

También conviene escribir los pensamientos negativos en el momento en que ocurren. La combinación de ponerles nombre- como para ventilarlos y terminar con ellos- y establecer un momento posterior para pensar en lo que le preocupa, funciona muy bien, “aprovecha la naturaleza de las rumiaciones- estar ahí para que las recuerde- y de esta forma le resta fuerza e importancia”, precisa.

Todos tenemos amplia experiencia en la “discusión”. La empleamos siempre que opinamos de manera diferente a la de otros. Durante toda la vida, usted ha estado discutiendo las creencias negativas de los otros. Lo que no ha hecho es considerar sus propias creencias negativas, como si hubieran salido, no de su interior sino de un compañero de trabajo. Es esencial comprender que nuestras creencias no son más que eso, “creencias”, que generalmente son distorsiones. Son simplemente malos hábitos de pensamiento producidos por experiencias anteriores. Sin embargo, como parecen salir de nuestro interior, entonces las consideramos igual que si fueran el Evangelio, señala Seligman.

Las cosas no existen por el simple hecho de que las creamos. No sólo porque alguien piense que no puede encontrar empleo, que nadie lo quiere o que no sirve, esas cosas tienen que ser verdad. Es esencial pararse un momento y dejar de considerar esa creencia, tomar distancia (“subirse al balcón”, como plantea Ury) para verificar su exactitud. Precisamente la “discusión” consiste en verificar la exactitud de nuestras creencias.

Según Seligman las cuatro formas más importantes de una “discusión con uno mismo”, de forma convincente son:

* ¿Evidencia?.
* ¿Alternativas?.
* ¿Deducciones?.
* ¿Utilidad?.



Sobre la evidencia, Seligman nos propone “Adopte el papel de un detective de novela y pregúntese: ¿Cuáles son las pruebas para albergar esa creencia?. Aclara la diferencia que existe entre encarar las cosas de esta manera y lo que se ha dado en llamar “fuerza del pensamiento positivo”, que implica tratar de creer declaraciones incontrovertibles como “Todos los días, en todos los sentidos, me siento cada vez mejor”, y hacerlo en ausencia de toda prueba, o incluso frente a evidencias que la niegan.

Con sólo repetir para sus adentros declaraciones positivas no se consigue levantar mucho el ánimo y, menos aún, alcanzar muchos logros. Lo que sí tiene efecto es cómo se enfrenta usted a las creencias (declaraciones) negativas. En materia de discusión, una de las técnicas más efectivas para usted, plantea Seligman, consistirá en la búsqueda de distorsiones en sus explicaciones pesimistas. El optimismo aprendido actúa, no a través de un ánimo injustificable respecto del mundo, sino mediante el poder que tiene el pensamiento “no negativo”.

Sobre las alternativas. Casi nada de lo que nos pasa obedece a una sola causa; la mayor parte de las veces tiene muchas causas. Por ejemplo, si el resultado obtenido en un examen no es de los mejores pueden ser: lo difícil de la prueba, lo que se haya podido estudiar, el profesor, la forma de puntuación, entre muchas otras. Los pesimistas siempre se explican estas causas de la peor manera, en la forma más permanente, global y personal que puedan encontrar.

Las causas posibles son múltiples ¿por qué aferrarse a la mas insidiosa?. Pregúntese: ¿No podré pensar en esto de una manera menos destructiva?. Para poner en tela de juicio sus propias creencias, busque todas las causas que hayan podido contribuir. Dirija su atención a lo modificable (no haber dedicado al estudio el tiempo suficiente); lo específico (este examen, en particular, era extraordinariamente difícil); y lo no personal (el profesor no fue muy justo al calificar). Es conveniente esforzarse en encontrar creencias alternativas.

Un comentario:
En procesos de consultoría orientados a cambios organizacionales utilizamos una técnica que conocimos en un taller que impartió una consultora norteamericana. Parte de que toda situación puede verse como un “Problema”, pero también como una “Oportunidad”. El enfoque en cada caso se centra en los siguientes aspectos:
COMO PROBLEMAS COMO OPORTUNIDADES
Lo que está mal Lo que falta
Están relacionados con el pasado Relacionadas con el futuro
Enfoque mas restrictivo y estrecho Enfoque más amplio
Constituyen amenazas, peligros Posibilidades
Empujan Halan (atraen)
Debilidades que hay que arreglar Fortalezas en las que podemos apoyarnos
Se aplican viejos paradigmas Requiere nuevos paradigmas
Mejorar lo “viejo” (mas de lo mismo) ¿Qué cosas nuevas debemos hacer?
Nos agobian Nos estimulan
Es sorprendente lo que puede “descubrirse” cuando se cambia el “plano de análisis”, es decir, cuando dejamos de ver las situaciones como “problemas” y empezamos a verlas como “oportunidades”, la creatividad, la iniciativa y la energía que se despliegan en el equipo son extraordinarias.


Sobre las deducciones. No siempre los hechos estarán de su parte. Podría ser correcta la creencia negativa que usted aliente. En esa situación, la técnica que Seligman propone emplear es la que denomina “descatastrofización”.

Suponiendo que la creencia negativa sea correcta, deberá preguntarse: ¿cuáles son sus consecuencias?, ¿qué es lo que esto implica?, ¿hasta dónde serán tan terribles esas consecuencias?. Cuando se haya preguntado si todas las implicaciones son efectivamente tan terribles como parecen, repita la búsqueda de evidencias.

Sobre la utilidad. Algunas veces, las consecuencias de mantener una creencia tienen más importancia que la verdad que encierra. Entre las preguntas que recomienda Seligman hacernos están: ¿Es destructiva la creencia?. ¿Qué podría ganar uno aferrándose a tal creencia?. ¿Esta verdad es cierta?. ¿Es útil para mí pensar en esto precisamente ahora?. Otra técnica que propone es pensar en cómo podrá modificar en el futuro una situación similar. Aun en el caso de que la creencia sea cierta en ese momento ¿Es modificable la situación? ¿Qué puede hacer para introducir cambios?.

Un comentario
Cuando trabajo el tema del “rumor”, en los talleres sobre “Comunicaciones Interpersonales”, me gusta utilizar las famosas “Tres bardas de Sócrates”. Cuentan que un alumno del filósofo griego se le acercó un día y sostuvieron el siguiente diálogo:

- Maestro, quiero contarle cómo un amigo suyo estuvo hablando de usted con malevolencia...
Sócrates lo interrumpió diciendo:
- Espera!. ¿Ya hiciste pasar a través de las tres bardas lo que me vas a decir?.
- ¿Las tres bardas?.
- Sí - replicó Sócrates - la primera es la VERDAD: ¿ya examinaste cuidadosamente si lo que quieres decirme es VERDADERO en todos sus puntos?.
- No ... lo he oído decir a unos vecinos ...
- Pero, al menos, lo habrás hecho pasar por la segunda barrera, que es la BONDAD: ¿lo que quieres decir es por lo menos BUENO?.
- No, en realidad no . Al contrario ...
- Ah! - interrumpió Sócrates - entonces vamos a la última barrera : ¿es NECESARIO que me cuentes es?.
- Para ser sincero, no. Necesario no es.
- Entonces - sonrió el sabio - si no es VERDADERO, ni BUENO, ni NECESARIO... sepultémoslo en el olvido...


Hasta aquí, el “modelo” que propone Seligman tiene cuatro letras ABCD. Finalmente, adiciona la “E” (Energización) que sustituye por “Resolución”, que constituye la conclusión a la que usted llegó después de la “discusión” sobre sus creencias. En un ejemplo de un agente de ventas, puede ser por ejemplo: “Me sentí menos deprimido, me animé y planifiqué mis próximas visitas”.

Un “Mapa Mental” de las técnicas que propone Seligman para “forjar optimismo” es el siguiente:



7- Resumen y conclusiones

1- El optimismo es una de las fuentes principales de la automotivación. Los especialistas consideran que no es algo “ignato”, que se “nace o no” con esa aptitud, sino que puede “aprenderse”.

2- Las “pautas explicativas” son las maneras en que las personas se explican a sí mismas, los contratiempos que padecen.

3- Las tres dimensiones cruciales de las “pautas explicativas” son: la “permanencia”, la “penetración (amplitud), y la “personalización”.

4- La “permanencia” se refiere a la duración de los contratiempos. Los que asumen “pautas explicativas” pesimitas, son personas convencidas de que los contratiempos (adversidades) que les ocurren son permanentes, que persistirán, que estarán siempre ahí, para arruinarles la vida. Los optimistas, por el contrario, consideran que son temporales, que podrán superarse.

5- La “penetración” (amplitud), se refiere al alcance de los contratiempos. Los pesimistas, ante una adversidad, transmiten su depresión a todas las esferas de su vida (laboral, familiar, afectiva), “se encierran”, rumiando sus desventuras. Para ellos, sus contratiempos son “universales”. Los optimistas, por el contrario, son capaces de mantener su comportamiento normal en las restantes esferas de su vida, los asumen como adversidades “específicas”, en una esfera de su vida (laboral, familiar, afectiva).

6- La “personalización” se refiere al foco en el que centramos la culpa de nuestras adversidades. Los pesimistas “internalizan”, las causas, se consideran culpables de todas sus vicisitudes. Los optimistas, por el contrario, las “externalizan”, identifican la causa de sus vicisitudes en su “mundo externo”.

7- El pesimismo, no siempre es negativo. Las personas pesimistas, si bien son más tristes, juzgan con mayor precisión de cuánto control disponen. Son más realistas que los optimistas. Hay situaciones en las que el “optimismo” desmedido puede conducir a comportamientos irreflexivos. Por estas razones, se recomienda que, en las organizaciones, exista un equilibrio entre ambos tipos de comportamientos.

8- Numerosas investigaciones demuestran el impacto positivo que tiene el optimismo en diferentes actividades, laborales, deportivas, políticas, e inclusive en el enfrentamiento de enfermedades.

9- El optimismo es particularmente necesario en actividades que exigen: constancia, iniciativa y saber superar la frustración y las negativas como son: ventas, relaciones públicas, captación de fondos, así como trabajos creativos, muy competitivos o con mucho desgaste.

10- Pero, también hay actividades en las que conviene tener un agudo sentido de la realidad. Son trabajos en los que apenas se reciben negativas, trabajos muy técnicos en los que no se sufren presiones, ni se trabaja en tensión. Estos trabajos son idóneos para personas realistas y reflexivas, no para trabajadores que podrían ganar el premio al mejor vendedor. Este tipo de trabajo suele ser directivo, y en él el pesimismo puede ser una virtud y el optimismo debe frenarse. Un pesimista moderado puede desenvolverse muy bien en áreas como: estimación de costos, diseño de medidas de seguridad, negociación de contratos, contabilidad, redacción técnica, control de calidad, jefe de personal.

11- El proceso que describe Seligman para proponer técnicas que posibiliten desarrollar un comportamiento optimista transita por tres momentos: la Adversidad, las Creencias y las Consecuencias. El aspecto crucial son las “Creencias” que son los pensamientos a través de los cuales valoramos las adversidades y pueden conducirnos a la frustración, o al bienestar y seguridad en nosotros mismos.

12- Para modificar las creencias que pueden conducirnos a comportamientos pesimistas, se proponen cuatro técnicas que consisten en preguntarnos sobre: la evidencia, de nuestras creencias; las diferentes alternativas, con que pueden analizarse las adversidades; las deducciones que pueden extraerse y; finalmente, la utilidad que puede tener mantener esas creencias.