lunes, 23 de agosto de 2010

Cómo lograr el éxito profesional

DEDINICIÓN DE ÉXITO
De acuerdo al diccionario Larousse la palabra éxito debe ser entendida de cuatro formas distintas: “1. Resultado, en especial feliz, de una empresa o acción emprendida, o de un suceso 2. Cosa que supone un éxito o resultado 3. Aceptación de una persona o una cosa por parte de gran cantidad de gente 4. Circunstancia de obtener lo que se desea en el ámbito profesional, social o económico”. Siendo este último concepto el que más se usa.

Cómo lograr el éxito profesional

La vida profesional requiere de ciertas actitudes que deben observarse para alcanzar la optimización de las relaciones personales, la utilización de recursos y el camino hacia el éxito. Aspectos a tener en cuenta para lograrlo:

Busca siempre obtener resultados: Todo lo que hagas debe tener una consecuencia positiva. Más que centrarte en hacer muchas cosas, concéntrate en conseguir la meta planteada.

Ponte siempre la camiseta de la empresa: Crear un compromiso con la organización en la que se trabaja es básico. El apoyo es indispensable para hacer posible su constante mejoramiento, cuidando así su imagen y su esencia misma.

Ten siempre una actitud positiva y de servicio: No te angusties con los problemas, debes tomarlos como oportunidades. En la vida no hay obstáculos: Existen momentos para crecer, proyectarse y realizar actividades benéficas para los demás.

Enfócate en la solución de problemas: Si se observa fríamente, el trabajo consiste en esto precisamente. Cada uno de los obstáculos es una oportunidad de desarrollar cualquier habilidad.


Mantén siempre un espíritu de colaboración: Las acciones de cada persona forman una cadena que está perfectamente interconectada. Cada quien pone su ´granito de arena´, y si se trabaja en colaboración con los demás, el trabajo resultará más efectivo. Mantente siempre motivado.

Podemos dar más de lo que creemos que somos capaces: Es importante adoptar el papel de motivadores, y premiar a la gente cuando tiene un acierto.

Mantén el buen juicio: Las decisiones conforman el quehacer diario, y para efectuarlas correctamente hay que verificar que la información de la que se dispone sea lo más completa posible. Si ésta proviene no sólo de una fuente, sino de varias, mucho mejor. Aunado a esto, hay que ser flexibles, abiertos e innovadores.
Guarda respeto por los reglamentos: Aunque hay que romper paradigmas, también debes tomar en cuenta que no se vive en una isla. Si crees que las reglas establecidas no funcionan y obstaculizan el desempeño, busca proponer reformas.

Capacítate permanentemente: Ésta es la mejor medicina contra la obsolescencia. Si deseas seguir siendo competitivo, la preparación diaria es muy importante. Una organización no es una estación a la que se llega, es un tren en el que se viaja permanentemente.

Sé humilde y sencillo: Elimina todo lo ostentoso. Disminuye la arrogancia, pues es un gran impedimento para el desarrollo laboral.


Proactividad y éxito profesional

Comportamiento proactivo vs reactivo

Dos personas que trabajan en un mismo entorno laboral, con responsabilidades idénticas y bajo las mismas circunstancias, pueden realizar su trabajo de maneras muy distintas. Una cuestiona la manera habitual de trabajar si no obtiene los resultados deseados, emprende constantemente nuevas acciones y genera cambios constructivos en su entorno. La otra se conforma con su situación actual y no hace nada para cambiar lo que no funciona. La primera persona se comporta de forma proactiva, la segunda, lo hace de forma reactiva.

En un contexto laboral tan cambiante como el actual el comportamiento individual juega un papel decisivo en el éxito profesional. Sentarse y esperar a que los demás hagan que sucedan cosas es el comportamiento típico de las personas reactivas.

Estas personas suelen comportarse como un avestruz —escondiendo la cabeza bajo tierra— o como un bombero —esperando que se declare el fuego para combatirlo. En cambio, la persona proactiva se levanta cada mañana dispuesta a hacer que pasen cosas, a crear oportunidades y a encontrar nuevas soluciones.

Definiendo la proactividad

El concepto de proactividad se ha puesto de moda en el ámbito de la dirección de empresas. Se espera que los directivos y gerentes sean proactivos y también las compañías construyan sus futuros de forma proactiva, aunque no todo el mundo coincide en la forma de definir la proactividad. Este concepto tiene diversas acepciones como sucede con otros tantos términos que se han introducido recientemente en el léxico del mundo empresarial, pero que no se encuentran en el diccionario. Veamos algunas de estas deficiones

Steven Covey (1) considera que la esencia de la persona proactiva es la capacidad de liderar su propia vida. Al margen de lo que pase a su alrededor, la persona proactiva decide cómo quiere reaccionar ante esos estímulos y centra sus esfuerzos en su círculo de influencia, es decir, se dedica a aquellas cosas con respecto a las cuales puede hacer algo. Para Covey la proactividad no significa sólo tomar la iniciativa, sino asumir la responsabilidad de hacer que las cosas sucedan; decidir en cada momento qué queremos hacer y cómo lo vamos a hacer.

Ralf Schwarzer (2) sostiene que el comportamiento proactivo es la creencia de las personas en su potencial para mejorarse a sí mismas, su situación y a su entorno. Las personas que se rigen por este comportamiento anticipan o detectan estresores potenciales y actúan para prevenirlos. Según esta definición, la proactividad está estrechamente relacionada con la sensación de control y de autoeficacia. Las personas que se consideran eficaces, que piensan que pueden controlar la situación y solucionar sus problemas, tienen más facilidad para emprender la acción.

Para Bateman y Crant (3) la proactividad supone crear cambio, no sólo anticiparlo. Según estos autores ser proactivo no consiste únicamente en tener flexibilidad y adaptabilidad hacia un futuro incierto sino que es preciso tomar la iniciativa para mejorar un negocio.

Proactividad y éxito en el trabajo


Se han publicado varios trabajos sobre proactividad y éxito laboral. Bateman y Crant han llevado a cabo distintos estudios en los que analizan el comportamiento proactivo y lo relacionan con distintas medidas de logro, liderazgo, rendimiento y resultados de carrera. Estos investigadores, tras entrevistar a distintos colectivos —banqueros, vendedores, estudiantes de MBA, emprendedores, presidentes de compañías, etc. — afirman que el comportamiento proactivo tiene consecuencias positivas demostrables tanto para los empleados como para las organizaciones.
Seibert y Crant (4) establecen una clara relación entre la personalidad proactiva, la innovación y la iniciativa en un estudio sobre una muestra de 773 alumnos de escuelas de negocios y de ingeniería. El impacto positivo de la innovación en el éxito laboral se asocia a aquellos empleados capaces de encontrar soluciones a los problemas; en cambio, las personas que sólo desafían el statu quo pero no ofrecen soluciones pueden experimentar repercusiones negativas.


Otros trabajos analizan la importancia del comportamiento proactivo en el proceso de socialización dentro de las organizaciones (5); la relación entre el comportamiento proactivo y la capacidad para convertirse en un/una líder transformacional en el futuro (6) o la mayor facilidad de las personas proactivas para conseguir logros de carrera por su capacidad para influir sobre las decisiones que afectan a su paga, promociones, etc (7).

El comportamiento proactivo en el entorno laboral

Tomando como referencia los resultados obtenidos en entrevistas realizadas a emprendedores y presidentes de distintas compañías americanas, europeas y asiáticas, Bateman y Crant (8) consideran que las personas proactivas se

caracterizan por lo siguiente:

1. Están buscando continuamente nuevas oportunidades.
2. Se marcan objetivos efectivos orientados al cambio.
3. Anticipan y previenen problemas.
4. Hacen cosas diferentes, o actúan de forma diferente.
5. Emprenden la acción y se aventuran a pesar de la incertidumbre.
6. Perseveran y persisten en sus esfuerzos.
7. Consiguen resultados tangibles, puesto que están orientados a resultados.
Estas características del comportamiento proactivo en el trabajo pueden hacerse extensivas a otros ámbitos de la vida, como hemos apuntado en artículos anteriores.

Desarrollar un comportamiento proactivo

Tal como indican todos estos estudios parece ser que el comportamiento proactivo es un factor determinante para competir y sobrevivir en un entorno tan cambiante y competitivo como el actual. Las empresas buscan personas flexibles que se adapten a lo inesperado y que sepan gestionar la incertidumbre. Los emprendedores y pequeños empresarios tienen más posibilidades de gestionar con éxito sus negocios si son proactivos. Las personas que no están satisfechas con su trabajo o con su entorno laboral actual tienen la responsabilidad de generar nuevas acciones para cambiar su situación y conseguir los resultados que desean.

Somos responsables de gestionar nuestras propias carreras, no podemos quedarnos sentados esperando que alguien venga a rescatarnos o a ofrecernos el gran trabajo de nuestras vidas. No es operativo quedarse anclado en la queja anti-sistema si lo que deseamos es cambiar nuestra situación actual. Ante la pérdida de empleo hay personas que caen en la depresión, en cambio, otras aprovechan esta coyuntura para montar un negocio propio y triunfar. No nos engañemos atribuyendo la responsabilidad de nuestros problemas únicamente a los agentes externos o a la presión del medio. Tenemos la responsabilidad de escoger nuestras propias respuestas ante lo que nos ocurre y de dirigir la acción de una manera inteligente.

Para tener éxito en el actual mercado laboral es preciso convertirse en un agente activo de cambio, tener iniciativa y saber hacer frente a la incertidumbre. La persona proactiva no espera a que los demás tomen decisiones por ella, actúa con determinación anticipándose a los problemas, baja a terrenos operativos y crea constantemente nuevas oportunidades.

Por último, hay que tener en cuenta que el comportamiento proactivo está orientado a resultados. Ser proactivo no consiste únicamente en proponer ideas o hacer reestructuraciones cognitivas para percibir la realidad de otra manera. Pensar el cambio está muy bien, per no es suficiente; hay que ser capaz de transformar las ideas en acciones para obtener resultados.

Modelar para alcanzar el éxito

Los fundadores de Programación Neurolingüística (PNL) descubrieron a través de la observación de personas de éxito, cómo son las diferentes conductas que cada quien procesa en diferentes situaciones. Al observar con detenimiento a personas de excelencia decidieron ver si podían desglosar y detallar el comportamiento para conocerlo y aprenderlo. Gracias a ello descubrieron que si se aprende el proceso de comportamiento de una persona de excelencia y lo aplico en mi mismo es posible acercarse a ese nivel de excelencia.

A este proceso de observación de las habilidades del otro y aplicarlas a mi propia conducta para obtener mejores resultados se llama, en PNL, modelar.

La PNL es un programa personal para el propio desarrollo, cada quien puede modelar sus propios estados creativos y sus recursos con la voluntad. Todos tenemos momentos de creatividad, entusiasmo, alegría, aciertos y podemos optar por modelar esos momentos con mayor frecuencia que modelar los momentos de tristeza, decaimiento, equivocaciones.

Si yo quisiera ser como Pablo todo el día, ¿qué tendría yo que hacer para pensar y actuar como él? Primero que nada tengo que estar
dispuesto a observar cuidadosamente qué hace Pablo, cómo lo hace y por supuesto qué piensa. Si tengo contacto con Pablo preguntarle qué piensa y cómo lleva a cabo lo que hace. Luego transferir este “qué” y “cómo” a mi propio ser para funcionar como Pablo. De esta manera modelo a Pablo, hago lo que él. El modelar a alguien no quiere decir que uno pierde su propia personalidad, eso es imposible pues cada quien tiene su historia personal única. De igual manera tampoco tendremos los exactos mismos resultados que Pablo porque no somos Pablo, sin embargo, nos acercaremos más a los resultados que Pablo obtiene.

Por ejemplo Pablo va diario al gimnasio y se encuentra muy saludable y lleno de energía. Además llega a tiempo a su trabajo y aunque en ocasiones se desvele logra levantarse temprano para no faltar a su ejercicio. Por otro lado está Luis que no entiende cómo Pablo tiene la disciplina y cómo puede levantarse tan temprano. Luis no ha podido comprometerse ni consigo mismo ni con el gimnasio para hacer ejercicio.
Es necesario analizar qué piensa Pablo sobre el ejercicio, el gimnasio, levantarse temprano y qué es lo que le motiva para hacerlo. Si le preguntamos a Pablo, seguramente nos dirá que él cuando se acuesta piensa en levantarse temprano con energía e ir al gimnasio. Se visualiza haciendo el ejercicio bien y siente como eso le mejora su tono muscular y su salud. Siente mucha energía que le servirá para el resto del día. Además ya tiene un par de amigos con los que hace su ejercicio en conjunto y así se motivan y se ayudan entre sí.

En cambio Luis, cuando se acuesta, seguramente piensa que va a ser difícil levantarse temprano pero que va a hacer todo lo posible. Al sonar el despertador siente mucha flojera y prefiere quedarse un ratito más, se ve a sí mismo casi arrastrándose al gimnasio. No logra reunir la energía suficiente para moverse. Y termina por posponer la ida al gimnasio para otro día.

Hay que ver las diferencias en los patrones de pensamiento. Si Luis modela los pensamientos de Pablo y se motiva como Pablo y visualiza el gimnasio, ve su cuerpo mejorando y siente el bienestar y energía en su cuerpo, seguramente se levantará. Mientras no haga eso, será imposible que Luis se mueva con ese patrón mental.
El modelar un comportamiento implica observar y definir los procesos que utilizan personas que han tenido éxito o que son un ejemplo para nosotros. Personas que de alguna manera han sido excepcionales en algún área de su vida para lograr un resultado similar. La parte que se debe analizar en primera instancia es ver cuales son las diferencias con tu propio comportamiento y el comportamiento del otro. Luego también es importante analizar y corregir los patrones lingüísticos, es decir, qué tipo de lenguaje se usa en contraposición al lenguaje del otro. Y luego también observar y modelar el lenguaje no verbal. El lenguaje no verbal es importante modelarlo bien porque este está vinculado con el lenguaje verbal y con procesos mentales. Es decir el lenguaje no verbal es el resultado de estados internos y si modelamos el lenguaje no verbal, es posible que lleguemos a tener estados internos similares al otro.

Cada persona tiene sus propios recursos y personalidad. No se puede ser otro Mozart, Picasso, o Gandhi, porque para serlo habría que tener exactamente la misma historia personal, y tener la misma forma de pensar. Sin embargo al darse uno cuenta de cuales eran sus recursos, sus valores, sus ideales, su forma de pensar, puede uno acercarse más a la genialidad que alejarse. Es mucho más fácil modelar a alguien que ya hace las cosas con éxito que empezar uno a inventar cómo hacerlas y perder tiempo en ensayo y error.



Desde niños tendemos a modelar de forma consciente o inconsciente. Los niños con la televisión modelan a Superman, Batman y las niñas a la Cenicienta y a princesas de sus cuentos. Si les pides modelar a la bruja también lo hacen muy bien. Pueden modelar lo que han visto repetidas veces porque se lo aprenden y captan perfectamente bien los detalles del comportamiento. Es normal que estemos en busca de modelos para complementarnos. Claro con los niños es ficción lo que hacen, y parece un juego temporal inofensivo.

También en forma inconsciente tendemos a modelar a las figuras de autoridad en nuestra vida que son importantes para nosotros. Modelamos a mamá, a papá, abuelos, tíos, etc. Dependiendo de nuestra relación con ellos modelamos más a unos que a otros. Desde niños lo hacemos y continuamos en la edad adulta. Como esto es inconsciente modelamos sin discriminar ni analizar qué es lo que estamos modelando. Si la relación con mi abuela es muy buena, es lógico que modele sus comportamientos, parte de su carácter, modismos y cuidado también puedo modelar sus enfermedades. Si la relación es muy estrecha hay una tendencia a modelar también lo negativo. Si ella era hipertensa, es posible que yo desarrolle la enfermedad porque soy como ella. Si mi abuela era nerviosa, yo tenderé a adquirir esa conducta también.

Al ser conscientes de esto uno puede elegir, qué quiere uno modelar. Aprender a modelar lo que conviene y no modelar lo que no me conviene. Nos hemos constituido y formado por modelos que se convierten en programas fijos en nosotros. Decir por ejemplo, quiero modelar el buen humor de mi abuela y su buena memoria, pero rechazo su nerviosismo y su hipertensión. Esos son exclusivamente de ella no míos. Uno puede pensar que hacer esto es una ficción e imposible. Yo te sugiero que no te quedes con la duda. Piensa qué actitudes, conductas y partes de tu carácter no te convienen y qué estás modelando de tu familia y recházalo ahora mismo. Recuerda que tu mente está a tu servicio y lo que tienes que hacer es mandar el mensaje para que se inicie el proceso de cambio.

Por un lado te recomiendo que analices a quien estás modelando inconsciente y que hagas los cambios que te convengan y por otro lado fíjate quien en tu entorno hace lo que tú quieres hacer mejor e intenta modelarlo para lograr cambios. No pierdes nada y puedes aprender mucho del comportamiento que sí funciona en otros.

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