martes, 27 de abril de 2010

El poder de las pequeñas ideas

* por Horacio Krell

EL PODER DE LAS PEQUEÑAS IDEAS
El poder de las pequeñas ideas es muy grande porque no afectan a las ideologías arraigadas y son fáciles de concretar.
Cuando la manzana que luego se hizo famosa, cayó sobre la cabeza de Newton, él aprovechó la oportunidad para crear la Ley de la Gravedad. Muchos hombres durante miles de años la vieron caer sin saber observar.
La inteligencia es la capacidad del hombre para resolver problemas. Implica tres etapas: 1) comprender la situación 2) inventar la solución y 3) actuar en consecuencia.
El problema es un motor, sin él no existe el pensamiento que es el instrumento de su resolución. Nadie puede ser obligado a pensar. Plantear un problema tiene tres requisitos: aceptarlo como tal, que esté al alcance intelectual y que se desee hacer algo para superarlo.
Un problema no puede solucionarse apelando a la memoria porque es algo nuevo. Si se supiera como resolverlo no sería un problema.
El hombre es un animal de costumbres.
Los malos hábitos son los enemigos de las buenas ideas. Por lo tanto, adquirir el hábito de descubrir aquello que los demás no pueden ver, o de generar proyectos en vez de reaccionar sólo si algo pasa, provocan un intenso movimiento interior y la vida comienza a cambiar.
El problema es padre del invento y las ideas que se aprenden a fabricar son como juegos que luego se pueden ejercitar en el gran juego de la vida.
El poder de las pequeñas ideas que transformaron al mundo.
Su eficacia proviene de que no afectan ideologías y eso las hace muy viables. Examinemos algunos ejemplos de la historia.
La elemental fórmula de guardar los fósforos en una cajita y su posterior automatización les dio a los suecos un monopolio sobre esa industria. La hoja de afeitar de Gillette surgió mientras se afeitaba con la premisa de “ inventar un producto que obligara a los hombres a comprarlo durante toda la vida”. Einstein descubrió la teoría de la relatividad “imaginando que viajaba en la punta de un rayo de luz”. Los medios de difusión surgieron de la combinación del linotipo de Mergenthaler que hizo posible el periódico de impresión rápida y en escala, con la publicidad en los mismos generada entre otros por Pulitzer que le permitió distribuir noticias y obtener al mismo tiempo ganancias. Finsen observando al gato que se movía hacia el sol en el tejado se convirtió en poco tiempo en precursor de la lámpara de rayos ultravioletas. Schaffer descubrió el papel investigando como las avispas lo obtenían de los árboles y revolucionó al hasta entonces precario método para obtenerlo de los trapos viejos. Wartemann inventó la pluma estilográfica después de perder un negocio por la tinta derramada. Edison mejoró la idea iluminar un hilo muy fino y después de mil fracasos llegó a la lámpara eléctrica. Comparar los enormes huesos del oído con relación a la delicada membrana que los operaba llevó a Bell a concebir otra que pudiera hacer lo propio con el acero y el teléfono fue concebido. El planeta Neptuno se descubrió suponiendo su existencia al observar las perturbaciones en el movimiento del planeta Urano. Lilienthal inventó el planeador por comparación con las alas de las aves.
Como vemos el poder de las pequeñas ideas fue más revolucionario que el de muchas doctrinas filosóficas y fueron las que cambiaron al mundo.
Al aprender a observar la realidad o navegar por la mente buscando oportunidades, se combinan los tres universos de la experiencia: los hechos que ocurrieron, los signos que los grabaron en la mente y las ideas que brotan en su interacción con los deseos y las necesidades.
Existe una Fábrica que enseña a aplicar el poder de las pequeñas ideas. Posee un tanque receptor que las registra y clasifica, un embudo selector que las elige por su valor, originalidad y viabilidad para que salgan convertidas en proyectos y obras.
Un buen propósito que debe animar a las sociedades modernas es el retorno a la creatividad perdida desde que la revolución industrial redujo al hombre a ser un apéndice de la máquina o de la maquinaria del poder.
Recuperar el sentido olvidado de esta palabra demostraría un compromiso con la filosofía que privilegia al hombre como creador, concebido por Dios a su imagen y semejanza y por lo tanto como constructor de su futuro.
El ingenio popular puede originar una fuente de riqueza. “Lo atamos con alambre,” puede ser la solución original a un problema y convertirse luego en una empresa rentable. La “receta de la abuela” puede ser la base de nuevos productos para la salud o la alimentación.
*Dr Horacio Krell. Director de Ilvem. Secretario de rel. internacionales de UAF Unión Argentina de Franquicias y propulsor de UP Unión de Permutas. Consultas horaciokrell@ilvem.com.

Ilvem es una entidad educativa cuya misión es el desarrollo de la mente humana en el marco de la teoría de las inteligencias múltiples (espiritual, emocional, intelectual, creativa, artística, estratégica, corporal, social, comercial, comunicacional y digital).

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